Capítulo XXV

36 2 0
                                    

Sybil fue llorando a su torre, se saca los zapatos y corriendo con ellos en mano, abrió la puerta de su torre y ni se preocupó de cerrarla bien. Fue a su dormitorio, donde se desplomó llorando a mares.

¡¡Nunca me querrá!!- decía llorando desconsolada- ¡¡soy sólo una loca fea para él!!.

Tenía un peluche con forma de bola de cristal y la apretaba con todas sus fuerzas sollozando.

Severus decidido fue a su torre, esperaba por lo menos que lo recibiera, llegó a su puerta y vio que estaba entre abierta, adentro se escuchaban sollozos.

¡Maldita sea!, ¡La dañé!- se decía apesumbrado el pocionista.

Con su valentía característica, iba a enfrentar  esto como fuera, pero también temía que ella lo rechazara o le dijera que se fuera. Llegó a la estancia de la bruja, donde veía sus bolas de cristal, sus tazas con hojas de té, tazas con borras de café, sus cartas, un mundo desconocido para él, que lo consideraba tonto, sin importancia, sin valor, sin conocimiento, pero ¡Qué carajo le importaba!, se había dejado envolver por ella, por sus compatibilidades con los libros, cuando ella tocaba su piano, sus canciones muggles que el más de una ocasión, encontraba que eran sonidos vacíos sin importancia, sin nada positivo ante sus ojos que entregar, pero ella su musa, su bruja, su adivina, su Sybil, había sabido calar sus huesos , su alma, su ser.

Jamás pensó que ella al final lo quería , pensaba que ella lo veía como un colega más, su escape, su sollozo, escucharla llorar detrás de una puerta, le confirmó que ella albergaba el mismo sentimiento por él, que sentía hacia ella y decidido a poner el punto en la i, golpeó la puerta de manera suave en la habitación de ella.

¡Toc-toc!- golpeó la puerta- pero nadie respondió.

¡Toc- toc!- volvió a golpear, nadie respondía, pero se escuchaban sollozos.

¿Sybil?- preguintó Snape.

Sólo se escuchaban sollozos que lo carcomían por dentro.

Voy a entrar- le dijo el pocionista.

Giró el pomo de la puerta y la abrió, vio su cama con un cubrecama chillón que tenía vestido en ella, su velador con un reloj despertador de campanilla, vio un poco más allá y la encontró sentada en un rincón en el piso llorando a mares, abrazada a algo parecido a un peluche.

Se sintió mal, destrozado, culpable, la había dañado, la había hecho llorar. Se veía como una muñeca rota destrozada.

Snape entró en la instancia y cerró la puerta, aunque le dijera de todo, el iba ya preparado para el rechazo y las reprimendas por su actuar.

¿Sybil?- le dijo el pocionista, agachándose y tomándole la mano.

La adivina lo miró asustada a los ojos, el hombre que ella estaba amando, que ella sentía una fuerte atracción por él, estaba ahí, frente a sus ojos, no lo podía creer, estaba ahí con ella y la miraba compungido y culpable. Se resfregó los ojos, arrasando todo el maquillaje, para asegurarse que era cierto lo que veía, ella no lo podría creer.

¿Por qué lloras Sybil?- le preguntó el pelinegro, medio sonriéndole.

Por..por..porque-dijo Sybil- no pudiendo continuar,  porque se puso a llorar más fuerte.

Severus la veía llorar y quería saber qué le pasaba, consideraba que era una intromisión, pero la duda era más fuerte.

¡Legerements!- susurró Snape.

Entró a su mente sin dificultad, la bruja no sabía de oclumancia, vio muchos pasajes de su niñez, que sorprendentemente se parecían mucho a la suya, su tiempo de colegio, ella estuvo dos años antes que él, pero aún así no le dejó de sorprender, hasta que encontró las respuestas, llegó al momento que tenía todas sus dudas. 

Ella lo veía, era su adoración, tenía una foto de él guardada en su diario, que salía con cara de pocos amigos y ella lo llenaba de besos. En otra circunstancia de recuerdo, vio que ella sentía por él, lo mismo que él sentía por ella, y que luchaba contra lo que sentía por él.

Ya con esto, no le quedaba ninguna duda y salió de su mente.

Ella lo miraba aún con cara de pena y muy adolorida de cabeza.

Severus tomó sus manos, tratando de levantarla, sin dejar de mirarla y sonreírle.

Ella estaba asustada y muy temblorosa, no sabía que hacer frente a esta situación.

Ven conmigo- le dijo el pocionista- quien le regalaba una hermosa sonrisa, mirándola.

La adivina estaba muda, no sabiendo si esto era un sueño o la realidad.

Snape la apretó a su cuerpo y comenzaron a dar vueltas y vueltas: Habitación en las mazmorras- susurró- y desaparecieron.

¡¡Pero,,,!!- dijeron las brujas, saliendo de su escondite- quienes lo habían seguido para poder ver que pasaba.

Ya niñas-dijo Minerva- ellos quieren su privacidad, deben habernos sentido, si Severus no es tonto y ¡¡no iba a hacer la etapa de la reconciliación con todos ustedes al frente!!.

Ok, volvamos a la fiesta- dijo Charity- lo que sea que pase, Sybil nos contará.

Y se fueron a la fiesta, derrotadas por no tener el chisme del momento.


Amor InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora