Oh no, problems

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Después de buscar por varias habitaciones al fin habia conseguido encontrar una pequeña oficina perteneciente al de mechón, quitándose la capa el oso entró al lugar, se veía demasiado sucio y desordenado, incluso Mariana se asqueo y muy limpio este no es, olvidándose un poco de eso comenzo a buscar algo en específico, sus manos viajaron por todos los libreros que estaban allí, se detuvo en un libro en especial, tenía el nombre de Juan, lo tomó y siguió buscando.

Mariana hacia lo mismo, en toda su búsqueda encontró el libro con su nombre, el de Mayichi y su jefe, aún faltaban dos más, Robleis y Génesis, luego volverían por más, hasta donde le quedó claro solo necesitaban de los que trabajan en la polleria.

Guardaron todos los libros y se colocaron de nuevo los gorros logrando salir con éxito.

La chica trataba de forzar la puerta inútilmente, el chico tan solo se quedó acostado en el sofá, ya sabía que todo iba a salir mal con tan solo ver que se le cruzo la idea a su amiga, por algo no le gusta lidear con las maravillosas ideas de la c...

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La chica trataba de forzar la puerta inútilmente, el chico tan solo se quedó acostado en el sofá, ya sabía que todo iba a salir mal con tan solo ver que se le cruzo la idea a su amiga, por algo no le gusta lidear con las maravillosas ideas de la chica, aunque, también debe decir que el castaño tenía cierta culpa por dejarlos allí.

Intentarían encontrar la manera de poder salir de allí, aunque les cueste todo el día, lo cual no se pudo cumplir ya que mientras la chica seguía dando fuerza bruta a la puerta esta se abrió mostrando a Spreen y Mariana mirándolos confundidos.

—¿Que hacen acá ustedes dos?—dijo el oso esperando una rapida respuesta—

—Nosotros...eh—pensó la chica escondió los papeles en su espalda—. Oh si, creímos escuchar un ruido en su oficina y venimos a ver, solo que, cuando llegamos no había nadie y después nos encerraron.

El chico solo les hizo una señal para que salieran, tan solo dejó entrar a Mariana y después les cerro la puerta en la cara.

—Definitivamente, algo traman esos dos—

—Mayichi...basta de eso, ¿si?—

—Las respuestas están aquí, yo se lo que hago—hablo la chica mirando a su amigo y tomando camino de vuelta a la cocina—

Robleis suspiro cansado de escuchar las palabras de su amiga, la verdad es que ella no tenía remedio alguno.

El retumbar de los libros cayendo sobre el escritorio asusto a la pequeña pelusa quien corrió a su cama metiéndose entre las sábanas de un color crema

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El retumbar de los libros cayendo sobre el escritorio asusto a la pequeña pelusa quien corrió a su cama metiéndose entre las sábanas de un color crema.

—Nunca pensé que este día llegaría—hablo el pelinegro mirando los libros con deseo—. Lo que tenemos aquí, es la verdad y nada más que eso Mariana, un tesoro hermoso.

Mariana asintió sentándose en el sofá, todo lo que habían hecho era para conseguir esos libros, libros con información verídica del nombre que estuviera escrito en la portada del mismo, solo que aún no entendía porque significaban tanto para Spreen.

Welcome to the dead end gameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora