El ha llegado para descubrir el lugar, se le hace interesante, las diferentes criaturas que existen son un entretenimiento para el chico, pero, el también sirve de entrenamiento para Iván.
No sabía si era por el hecho de que se autoleciono o por ser su trabajador de confianza pero la mirada de preocupación de Spreen lo alteraba demasiado.
—Mariana...yo se que no estamos en las mejores condiciones para hablar de esto, sobretodo porque casi siempre hablamos solo de negocios—hablo el oso sin quitarle la mirada—. ¿Seguro que te encuentras bien?
—Claro patrón, ¿porque no lo estaría?
—¿Tal vez por el hecho de que estas en una camilla después de hablarme llorando y renunciano?
Osvaldo no dijo nada, estaba tan cansado y débil como para decir algo que salvará su pellejo en la situación.
—¿Sabes?, entiendo que no te guste esto, en un tiempo atrás tampoco me gustaba a mi, no me parecía bien el hecho de dañar a las personas, pero, pronto descubrí que algunas personas lo merecen—Spreen miró un rato al chico y al no recibir contestación siguió hablando—. También se que no es fácil no pensar en ello y mucho menos hablar de ello, aún así es importante hablarlo, como un viejo amigo alguna vez me dijo, "guardarse las cosas no es lo mejor, en algún momento eso explotará".
El de lentes tan sólo escuchaba sin decir nada, sabía muy dentro de sí que su acompañante tenía razón, lo que más temía es que el ya había explotado por culpa de todo el teatro creado por su propio subconsciente.
—Tu amigo es muy sabia—dijo Mariana tratando de sonreír, aún seguía algo débil—
—Esas palabras salieron de el porque el estúpido tenía copas encima—
Con eso dicho el ambiente se aligero un poco calmando a Mariana, este mismo comenzó a hablar con libertad.
—Pues, quiero olvidarlo pero cada que estoy por olvidar, sueño en ello y estoy arto de eso—
—Bueno, tan sencillo no es y lo sabes, no trates de olvidar o evitar eso—hablo sonriendole un poco—. Enfrenta esos pensamientos, no te dejes ganar por tus estúpidos miedos.
Mariana asentía con cada palabra, las cuales tenían completo sentido, comenzaba a caerle cada vez mejor su jefe, después de toda esa conversación llegó la duda sobre si.
—Spreen, ¿que son los libros que robamos?—pronunció—. Aún no entiendo eso.
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Perdón si es algo corto, el próximo tal vez sea un poco más largo y trataré que lo sea.
