El ha llegado para descubrir el lugar, se le hace interesante, las diferentes criaturas que existen son un entretenimiento para el chico, pero, el también sirve de entrenamiento para Iván.
El ambiente cambió drasticamente, la habitación se sentia más fría causando un temblor en el cuerpo del chico.
—¿Los libros?—hablo confundido el oso—. Pues, creo que los traje, no quiero dejarlos en la oficina, ya no es segura para esto.
Mariana estaba más confundido que antes, ¿segura?, quien va a querer esos libros viejos en una oficina repleta de otro tipo de información que llegara a servir más que los malditos libros, dichos libros fueron sacados de una mochila colocada al lado de una silla, el pelinegro los coloco cerca de Osvaldo y hablo.
—Estos libros guardan todo sobre nosotros, desde lo que mostramos a los demás hasta lo que nunca debió saberse, los libros que tenes en las manos son ilegales, Auron y el Profeta no los hicieron ilegales, siempre lo han sido, ni siquiera ellos deberían de tenerlos, pero, como puedes darte cuenta, los tienen, los de todos no sólo nosotros—pronuncio tomando el libro de Juan—. Se supone que son la ley ¿no?, pues, no respetan ni sus propias reglas.
Mariana tomo el libro de Mayichi y comenzó a hojearlo con poco interés en leerlo.
—Pero, si tan ilegales son, ¿para que los queremos nosotros?—
—Te contaré un cuento muy interesante—
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Hace tiempo, en un pueblo cercano vivía una familia feliz de cuatro carismáticas personas, estas tenían la reputación de ser gente risueña y con un brillo que ilumina hasta el día más lluvioso, claro que al ser una familia tan unida la envidia también estaba cerca a ellos y más de lo que podían esperar.
Cada cierto tiempo el pueblo organizaba un picnic para todos, era divertido pasar el rato dando vueltas con la compañía de los demás pueblerinos, parecía perfecto para comenzar el terror, ese día en un picnic perfecto quedó registrado la masacre del pueblo, entre ellos los padres de los dos hermanos, con el tiempo estos hermanos perdieron los lazos y también la única luz de esperanza en ellos.
Algo resentido el menor de los hermanos busco razones o causas para lo que ocurrio ese día, teniendo como respuestas libros dentro de un biblioteca, esa biblioteca guardaba diferentes secretos, entre ellos la historia de las personas existentes.
El menor al conocer esa información no dudo en usarlos como venganza, venganza que obtuvo pero eso no le devolvió lo que era antes, lo empeoró, paso de hogar en hogar con odio cada vez más acumulado, quedó mal y no se pudo reparar solo.
Su única salida de los demás eran esos libros, le gustaba leer sobre los demás pero también sabía que lo que hacía estaba mal, por algo su siguiente misión era buscarlos todos y destruir uno por uno, no sin antes leer las rayas de tinta que se guardan en ellos.
Hoy sigue con ese sueño y poco a poco lo estaba consiguiendo, con ayuda de una persona de gran bondad, un pelicastaño que le recuerda a su hermano, igual que un sol en un día lluvioso.
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—Wow—pronunció el pelicastaño por aquella historia—. Así que, ese cuento, ¿es lo que te ha hecho llegar hasta acá?
—Algo así, todavía existen más factores pero esos ya no tienen nada que ver con los libros—
—Y, ¿Que paso con tu hermano?—
—No lo se y tampoco quiero saberlo, la respuesta puede no gustarme—comenzo a leer su libro —. Sólo se que el está mejor sin mi presente.
—No lo creo, te debe extrañar todos los días—
—¿Quieres leer?—pregunto dándole alguno de los libros—
Tomo el libro mirando la portada, era el de el, entonces, toda su persona estaba escrita en ese libro.
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Cuenta la leyenda que en un bello pueblo habitaba un lindo castaño con sueños más grandes que el, este chico tenía algo en especial, por más peligroso o repugnante que fuera siempre encontraba algún animal para pasar obsesionado con el, pronto el pequeño supo que esa sería su afición.
Con el tiempo aquel castaño se volvió un joven viajero, en uno de sus viajes llegó a un lugar peligroso pero con gente realmente buena, el lugar tenia por nombre dedsafio, con eso ya hablaba mucho de como habitar en el lugar, aún así el joven quedó maravillado con las criaturas al alrededor, claro que estas eran mayormente peligrosas para su persona.
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Termino de leer aquella página confundido, como es que sabían todo eso, no recuerda dar información suya a alguna persona de aspecto sospechosos.
—¿Confundido?, es normal, nunca esperas que el gobierno tenga más información de la debida—dijo el oso acomodándose mejor en la silla—. Y por esa simple razón, quiero acabar con eso de una buena vez.
