Prologo

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Narrador Omnisciente:

Todos eran obligados a ver las cosechas para los juegos del hambre todos los años, Peeta no solia prestar atención a ninguna en realidad, no hasta un año en especifico, cuando tenia 6 años, ninguno de sus hermanos todavia tenia su nombre dentro de las urnas y el no convivia con niños mayores que el, asi que los tributos no fueron lo que hacia tan importante ese dia para el.

Effie Trinket era la asignada para sacar los nombres de los tributos del distrito 12, siempre repetia las mismas frases y en realidad se notaba que queria volver al capitolio lo mas rapido que pudiera, aun asi siempre tenia una sonrisa en su rostro, excepto ese año, ese año estaba devastada, seria como nunca limpiandose constantemente la cara para no llorar y arruinar por completo su maquillaje.

Ya habia sido sufiente con que la asignaran ya hacia años tener que acopañar a los del peor distrito, nunca vivian mucho, era horrible para ella en muchos de los sentidos y ahora debia de dejarla hay, al salir en la pantalla, la mujer de cabello siempre extravagante, ese año de color morado electrico, iba acompañada de una niña, una niña que se notaba era del capitolio.

Era delgada pero se notaba mucho mas nutrida que todas las demas niñas del distrito, tenia un vestido bonito de color morado claro que resaltaba el color peculiar de sus ojos, ella a diferencia de la adulta no traia peluca pero su cabello aun asi tenia un color antinatural, un azul claro que no lucia exagerado, resaltaba en el distrito minero pero no de mala manera, no lucia como si quisiera presumir su estatus del capitolio, ella era bonita.

Tenia una sonrisa debil en su delicado rostro de porcelana aunque esta se fue rapidamente por la incomodidad de todos, se aferraba a la mano de Effie hasta que ella la solto en un intento de que no se notara tanto su presencia pero solo obtuvo el efecto opuesto, la pequeña no se solto, al contrario se aferro a la pierna de ella abrazandola a tres de llorar, al inicio ante su aparicion la reaccion de todos en la plaza y en sus casas fue de sorpresa, despues enojo.

Los abucheos comenzaron a sonar sin una razon en especifico, era un niña pero su apariencia del capitolio era suficiente razon para el odio hacia ella, las lagrimas se deslizaron por sus ojos demostrando que ella no llevaba ni una gota de maquillaje, se sentia aun mas debil, pequeña e indefensa de lo que ya sabia que era.

El pequeño niño rubio observo a la contraria, sintiendose mal por ella, no se veia mala y aun asi su madre soltaba comentarios sobre la falta de respeto que era que alguien como ella estuviera hay mientras dos familias perderian a sus hijos, sin embargo el silencio en todos lados reino de nuevo cuando al subir el par de tributos recibieron una flor y un abrazo de la niña sin ninguna otra explicacion, la transmicion se corto, nadie la presento, nadie supo mas de ella hasta que los juegos terminaron.

Despues de la sorprendente victoria del tributo mas joven que jamas habia ganado, Finnick Odair, al entrar a la escuela todos la volvieron a ver, una maestra llego con cara de asco y con ella detras totalmente apenada, su nueva compañera, algo que no tenia el minimo sentido.

_Ella es Liz Undervill viene del capitolio y por alguna razon esta aqui, no se ira pronto, de ahora en adelante tomara clases con ustedes, tratenla como se merece_ pidio la adulta dejando un empujon en la peliazul que cayo de rodillas frente a todos, la insunuacion era obvia y el resto de alumnos no tardaron en atender a las indicaciones de la maestra.

El vestido de Liz seguia viendose mejor que el resto de ropa de los que estaban a su al rededor pero ya no estaba tan pulcra o arreglada como el dia de la cosecha, el asunto solo empeoro cuando comenzaron a patearla, habia tratado de pararse y volver a sonreir, presentarse como realmente era debido, queria hacer amigos, no conocia lo que era estar sola, pasaria en el 12 la mayor parte del año, no deseaba empezar con una mala primera impresion.

Ella extendio la mano amable para saludar, quien se la acepto solo la uso para tirarla al piso, lloriquieaba debilmente en un intento de suplica por que los demas se detuvieran, claro que no la escuchaban, no encontraban una razon para hacerlo, la ojilila no entendia porque eso estaba pasando, porque a ella, que clase de mal habia hecho para merecer ese trato, su vida era tan linda hacia tan solo unos meses y todo su mundo ahora se le estaba callendo encima.

Le dolia cada parte de su cuerpo mientras hacia ahora un intento de protegerse lo que solo causaba mas burlas y golpes aun mas fuertes, los pocos niños que no se encontraban agrediendola no tenian el valor suficiente para ir a defenderla o en realidad no veian porque debian de hacerlo, nadie en el capitolio defendian a los distritos ellos no defenderian a una de los suyos.

_Ya es suficiente, le van a romper algo_ por fin grito alguien quitando a algunos de los agresores a empujones dandole un poco de alivio a la que aun se encontraba tirada en el piso, Peeta no supo porque sentio tan grande necesidad de hacer que dejaran a la pobre niña en paz, aun asi lo habia hecho ganandose el mismo algunos golpes de los que se supo defender, por fin le encontraba utilidad a todas esas palizas que sus hermanos le habian dado en esos años.

Salio casi ileso, era un poco mas grande que los demas asi que habia tenido ventaja y habia logrado convencer con palabras sobre que habia otras maneras de ser malos con Liz, como ignorandola, que todos se alejaran, la peliazul se paro temblando, el morado se conecto con el azul uniendo un lazo que nunca mas podria separarse.

Como muestra de agradecimiento la del capitolio penso en muchos actos tipicos de ella, un beso en la mejilla, un abrazo, quiza de alguna manera conseguirle un regalo pero cuando el se acerco con las manos en alto como los demas todas esas ideas se fueron de su mente siendo remplazadas por el miedo, se cubrio la cara que ya estaba algo moreteada esperando que ese rubio igual la golpeara, habia oido sus palabras de hacerle algo peor.

El Mellark presiono sus manos contra su pecho buscando las palabras para disculparse a nombre de todos pero no las encontro, no tenia excusas, el lucia intimidante al lado de ella, asi que decidio mejor darle su espacio aunque observo cada una de sus acciones, como abria los ojos lentamente ante el debil placer de un aroma conocido, la mantequilla que olia en su casa cuando horneaban o en la pasteleria cuando su madre aceptaba comprarle un pan dulce, recuerdos felices que no volveria a tener, el olia a eso, olia a amor.

Lagrimas de una tristeza muy profunda inundaron sus ojos color lavanda, en ese momento los dos sentian culpables de algo que no entendian, la Undervill noto que el igual estaba a punto de llorar, se veia mejor cuando estaba tranquilo penso, al igual que el queria volver a verla sonreir, los dos no soportaron al contrario sufriendo y mejor se fueron cada quien por su lado, eran unos niños que no entendian que a veces desde que vez a alguien sabes que es lo mejor que te pudo pasar en la vida y darias todo por esa persona.

Al siguiente día se volvieron a ver, sentándose al lado del otro pero sin hablar, nunca volvieron a encontrar ese valor para dirigirse la mirada tan directo, el potente color de ojos del contrario les parecía tan cautivador que resultaba intimidante, no tenían realmente una razón para hablar, eso les dolía, su interés no hacía más que crecer al ver como eran con el resto de personas.

Se veian a lo lejos mientras crecian, ajenos a los sentimientos acallados que compartian, porque era ridículo enamorarse de alguien con quien solo habías interactuado una vez, ¿cierto?, aun asi habia sido inevitable para los dos pobres niños caer en los encantos del otro, Peeta se aseguro que cada vez menos personas se metieran con Liz a cambio obteniendo cada dia la imagen de ella sonriendo y siendo feliz consiguiendo poco a poco algunos amigos, mientras ella disfrutaba de vez en cuando pasando a su lado llenándose de su olor, sintiendo lo como un escape a su realidad.

Liz conseguía cada que Haymitch estaba lo suficientemente sobrio como para cumplir la misión que Effie le había dejado de cuidar a la niña, que el la llevara a la panadería, hay Peeta observaba su verdadera personalidad rebosante de alegría, dulzura y vida, el pan no era su única excusa para ir a ese lugar, ese niño rubio que siempre la veía de detrás del mostrador, el mismo que siempre la veía en clases y ella consideraba su salvador, convivir a lo lejos se había vuelto su rutina, un círculo del que parecían nunca escapar.

Algun dia era el mantra que se repetian cada mañana al despertar, lo que necesitaban para poder salir de la cama a enfrentar al distrito 12, algun dia sus vidas serian mejores, algun dia encontrarian el valor para decir las palabras que estaban retenidas en sus gargantas desde el día en que se conocieron, algún día serian más que extraños que se observaban a la distancia.

Algún día (Peeta Mellark X Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora