La pequeña pelirroja caminaba en la calle que estaba frente a su casa, se encontraba casi vacía, solo se distinguían los autos que pasaban de vez en cuando; así que después de unos minutos dando vueltas en círculos se sentó en la banqueta y se puso a jugar con las piedras que estaban en el suelo, las arrojaba sin mirar arriba.
-¡AUCH!- Escucho un quejido y elevo la mirada; sus ojos se cruzaron con un niño rubio de ojos turquesas. Quedo sorprendida ya que jamás había visto tal color de ojos. Él la miro enojado.
-DISCÚLPATE- le dijo casi gritando y visiblemente molesto.
La pequeña se quedó atónita y después de unos segundos casi eternos para el rubio, ella se levantó y frunció el ceño.
-No quiero- dijo despreocupada y movió su manita para quitarle importancia al asunto.
-Dije que te disculpes- volvió a decir el niño ofendido.
-NO-repitió al tiempo que se levantó quedando frente a él.
Tenían la misma altura y el mismo tono de piel, tan claro como porcelana, que parecía que cualquiera podía lastimarlos con solo tocarlos, lo que hacía que el golpe con la piedrecilla se viera rojiza marcando la mejilla del niño.
Los ojos del rubio comenzaron a humedecerse y cuando la pelirroja se dio cuenta su rostro cambio de enojo a sorpresa y su mirada delataba infinita curiosidad. Extendió su manita sin pensarlo y limpio la lágrima que caía de la mejilla del rubio.
Este al sentir el contacto la miro aún más sorprendido.-Tienes ojos bonitos, parecen el color del mar-dijo la niña con una sonrisa enorme como si pidiera disculpas con ella.
-Gracias, tu cabello parece sangre-respondió el rubio devolviendo la sonrisa
-Gracias-Sonrió aún más grande-¿Vives por aquí?- él asintió -ohh ¿Conoces el mar?- la pequeña cambio el tema.
-No aún no, pero algún día lo conoceré-dijo decidido el rubio siguiéndole la plática.
-Yo te llevaré, porque yo te di la idea-hablo la niña con una mirada soñadora
-Te dejaré acompañarme-sonrió él y le extendió su mano- Mario Black- se presento
Ella tomo su mano, sonrió más ampliamente y lo observo unos minutos
-Ca...-
-Mario, Te habla mamá- apareció diciendo una joven más grande que ellos de ojos color miel interrumpiéndolos.
-Voy- grito Mario- Adiós, nos vemos después- dijo moviendo su mano como despedida.
-Adiós- respondió confundida la pequeña, sacando una camarita de una de las bolsas de su pantalón y tomando unas cuantas fotos.
**************
Al día siguiente Mario busco a la niña pelirroja malcriada que no le pidió disculpas por toda su cuadra sin éxito alguno. Pregunto a las señoras que vivían cerca de su casa, las cuales no supieron responder sobre el paradero de la pelirroja y después de varios minutos recordó donde la vio por primera y última vez, se paró frente a una casa beige y toco la puerta varias veces hasta lograr que alguien se acercara, abrió una señora de avanzada edad con el cabello ya gris por los años y una mirada triste y cansada.
-¿Que desea jovencito?-dijo la señora al ver que el pequeño asomaba su cabeza, queriendo ver el interior de la casa-¿Puedo ayudarte el algo?-
-Aquí vive Ca...- mmm ¿dijo su nombre? NO, Su hermana llego a interrumpir -Busco a una niña con el cabello de color rojo-
-Ohh joven, ella se fue ayer-respondió la viejecilla con la voz decaída
-¡¿QUE?!-Se sorprendió tanto que grito.
-Se fueron en la tarde, ella no quería irse, dijo que debía despedirse de un amigo, pero al final no la dejaron-
-Gracias por la información-respondió cabizbajo marchándose de la casa; caminó hacia la suya pensando en lo raro que era tener el cabello rojo y en la posibilidad de volver a ver a esa niña, aun le debía una disculpa.
**************
-Camila aléjate de la ventana- decía la mamá de la aludida, era la sexta vez en tan solo 10 minutos.
-No me dejaste despedirme-dijo la pequeña haciendo un puchero con los labios.
-¿De quién?- pregunto la mayor.
La pequeña saco una camarita color azul y comenzó a pasar las fotos hasta que encontró la que deseaba.
-De él, es Mario- dijo agachando su cabeza y extendiendo la cámara.
-Wow ¿Al final te hiciste amiga de él?- cuestionó la mujer sorprendida.
-Sí, cuando por fin le hablo me voy o mejor dicho me llevan-bufo e hizo un nuevo puchero.
-Si el destino lo quiere, volverán a encontrarse- murmuro la mayor sonriendo ampliamente.
-Nunca olvidaré sus ojos, son como el mar-sonrió y se apartó de la ventana del auto.
Ambos tenían una vida por delante, así comenzaba su aventura.
Ella esperaría a que el príncipe de ojos color de mar llegara nuevamente para crear un mundo donde solo existieran ellos dos. Él buscaría a la malcriada de cabello rojo para obligarla a pedir disculpas y atraparla para que no se volviera a marchar.
Tenían tan solo 5 años y una vida entera de aventuras por vivir y volver a encontrarse.
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Relatos de una Historia.
RastgeleRecopilación de varias historias de amistad, amor y desamor.