Ambigüedad del lenguaje

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La mentira se ve favorecida por la propia naturaleza imprecisa del lenguaje y por la
forma en que lo utilizamos en la vida corriente. La ambigüedad es una característica del
lenguaje, que no debe considerarse como totalmente negativa, ya que proporciona
matices y riqueza a la comunicación humana. Además, el lenguaje describe así mejor la
realidad y se acerca más a ella, ya que muchos acontecimientos, sociales y privados,
como nuestras emociones o los sentimientos que acompañan a un encuentro con una
persona querida u odiada, no pueden describirse sin matices, como si estuvieran impresos
en blanco y negro, sino que poseen una naturaleza rica, cambiante, variada y difícil de
aprehender.
El lenguaje está lleno de frases y expresiones que nos hablan de la dificultad de ser
precisos en muchas situaciones que, por su propia naturaleza, reflejan emociones,
recuerdos o impresiones subjetivas que apenas pueden objetivarse. Sería muy difícil
llevar a cabo una comunicación basada exclusivamente en descripciones exactas y en
expresiones objetivas. No expresaríamos opiniones o pareceres, sino solamente hechos.
Prácticamente no hablaríamos y perderíamos la capacidad de interpretar los sentimientos
de los demás. No se trata sólo de una ambigüedad inherente al lenguaje, sino muy
frecuentemente de una característica propia de la realidad a la que describe e imita.
Como señala Edward de Bono (1999), la posibilidad, la especulación y la fantasía
son elementos de la comunicación humana. Aunque la verdad posee un valor superior, el
interés de un mensaje reside más en las posibilidades que suscita. El valor de la
comunicación es más lo que sugiere que lo que refiere. Si tuviéramos que revisar y
confirmar nuestros datos y nuestras informaciones para cada conversación y para cada
manifestación o frase que proferimos, apenas hablaríamos y nuestras charlas serían
limitadas y aburridas, mermando enormemente nuestra capacidad de comunicación y
nuestras posibilidades de interacción con los demás. Queremos despegarnos de la
realidad y si algo nos parece interesante, pensamos que debe tener algo de verdad o
deseamos que así sea.
Bajo una perspectiva más radical, no se trata sólo de que el lenguaje refleje de
forma imperfecta la realidad, sino de que desempeña un papel de intermediario entre el
mundo real y los procesos mentales. El lenguaje sería una invención o un artificio que
existe entre el mundo psíquico y el mundo exterior. Las bases del lenguaje, según
filósofos como Platón y Nietzsche, serían la ficción y la ocultación de la realidad.

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