| Capítulo 3: Todos aman a los payasos.

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| Todos aman a los payasos.

Cuando Sam y Dean se fueron esa tarde en busca de su padre y el demonio que estaban buscando, se suponía que los tres estarían juntos la próxima vez que se vieran en casa de Bobby, pero lo siguiente que supieron acerca de los Winchester fue que tu...

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Cuando Sam y Dean se fueron esa tarde en busca de su padre y el demonio que estaban buscando, se suponía que los tres estarían juntos la próxima vez que se vieran en casa de Bobby, pero lo siguiente que supieron acerca de los Winchester fue que tuvieron un accidente automovilístico que casi le provocó a Dean la muerte y terminó con la vida de John a cambio, presuntamente porque había hecho un trato con un demonio —aquel al que buscaban— para salvarle la vida a su hijo.

— ¿Cómo va el auto? —preguntó Sam, acercándose a Dean, quien estaba metido debajo del destrozado Impala.

Llevaban en casa de Bobby más de una semana y todos los días sin falta, Dean salía e intentaba repararlo. Hasta ese día, Sam no se había acercado a él mientras trabajaba, dejándolo tener su espacio, pero sentía que perdería la cabeza si Dean seguía como hasta ahora. Destiny tampoco había hablado mucho con él; aunque toda la semana le había estado haciendo compañía mientras trabajaba, ninguno hablaba, sino que cada quien se dedicaba a lo suyo: Dean al Impala y ella leía algún libro, justo como hacía hace unos segundos, antes de que Sam apareciera.

—Lento —respondió Dean.

— ¿Necesitas ayuda?

— ¿Tú arreglando autos? Paso.

— ¿Necesitas algo más, entonces?

—Basta, Sam. —Dean salió de debajo del auto y se paró frente a él.

— ¿Basta de qué?

—De preguntar si necesito algo. De preguntarme si estoy bien. Estoy bien. De verdad. Lo prometo —afirmó, acercándose a la mesita llena de herramientas para buscar la que necesitaba.

—Está bien, Dean, es solo que... Llevamos más de una semana con Bobby y tú no has mencionado a papá ni una sola vez —soltó Sam con las manos en su cadera, mirando a su hermano.

— ¿Sabes qué? Tienes razón. Ven aquí. Voy a poner mi cabeza en tu hombro. Tal vez podamos llorar, abrazarnos y tal vez incluso bailar lento —masculló sarcásticamente el mayor de los dos.

Destiny cerró el libro entre sus manos y miró hacia la casa, pensando en huir antes de que la confrontación se pusiera fea como estaba segura de que lo haría.

—No me trates con condescendencia, Dean. ¡Papá está muerto! La Colt desapareció y es probable que el demonio esté detrás de todo esto, ¡y estás actuando como si nada hubiera pasado!

— ¿Qué quieres que diga?

—Di algo, ¿sí? Diablos, ¡di lo que sea! ¿No estás enojado? ¿No quieres vengarte? ¡Pero todo lo que haces es sentarte aquí todo el día, metido debajo de este maldito auto!

—Venganza, ¿uh?

— ¡Sí!

—Suena bien. ¿Tienes alguna pista de donde está el demonio? ¿Pudiste descifrar la investigación de papá? Porque yo no pude. ¿Pero sabes qué? Cuando logre hacerlo... No, espera. Como dijiste, la Colt desapareció. Pero de seguro ya averiguaste otra forma de matarlo. No tenemos nada, Sam. Nada, ¿entiendes? Y lo único que puedo hacer es trabajar en el auto —finalizó Dean, agachándose a un lado del auto para regresar a su trabajo auto-impuesto.

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