3

159 16 12
                                    

Aria

Paso corriendo por al lado del grupo mientras me miran con asombro. Creo que la única que se da cuenta de lo que pasa es Nora. Voy hacia la parte de atrás de nuestra calle y descubro que hay unas casitas todavía sin construir. Es una hilera parecida a la de la calle Olivar y parece que las obras se pararon hace tiempo, ya que no hay ni rastro de maquinaria en los alrededores. Cuando estoy lo suficientemente alejada de la gente le doy al botón verde que se ilumina en mi pantalla.

—¡Hola, Adri!

—Hola.

—¿Qué pasa? —el corazón me empieza a latir muy rápido.

—Ayer no me llamaste.

—¿Cómo que no? Estuve toda la noche intentándolo, no me cogías.

—Se me rompió el móvil.

—¿Cómo?

—Si, sobre las diez más o menos. ¿A que hora llegaste? He metido mi tarjeta en el teléfono de Borja porque no me acordaba de tu número. A partir de ahora te llamaré desde aquí.

—Creo que a las diez. Pero, ¿con su número?

—Si, hasta que me compre otro.

—¿Te pasa algo?

—Puede ser. ¿Cómo estás?

—Ahora mismo pensando en qué es lo que te pasa.

Esto es bastante habitual en Adri. Hablarme serio y distante sin motivo. Estoy cansada de tener que lidiar con estas situaciones.

—No me pasa nada Aria —se escucha un suspiro al otro lado de la línea.

—Entonces, ¿por qué me hablas tan serio? Te he echado de menos, ¿sabes? —intento no ponerme nerviosa y tomo una bocanada de aire—. Ayer te estuve llamando toda la noche. Estaba preocupada y ahora estás distante conmigo, como siempre.

—Aria, no es así. Simplemente estoy enfadado por haberme quedado sin móvil, nada más.

—Vale.

—Tengo que colgar, a la noche te llamo.

—Vale, te quiero.

—Adiós.

Cuelga.

No entiendo nada, no me creo que me esté hablando así por lo del móvil. Ni siquiera me ha dicho que me quiere. Adrián es bastante celoso, pero no creo que esté preocupado por lo que vaya a pasarme aquí. Cuándo nos despedimos estaba claro que no le hacía gracia que me fuese tanto tiempo, nunca nos hemos separado más de una semana en estos tres años. Aunque últimamente solo nos vemos media hora al día. Conoció a ese chico, Borja, de fiesta. A mí no me cae nada bien y él lo sabe. Le gusta mucho la droga y no se puede mantener con el ningún tema de conversación porque siempre tiene la cabeza en otra parte. Desde que son amigos pasamos mucho menos tiempo juntos. Tampoco puedo prohibirle estar con sus amistades así que me resigno a aguantar a Borja siempre que quedamos.

Vuelvo a casa y Nora está poniendo la mesa.

—¿Qué tal con Adri?

—Bien, todo muy bien, pequeña. A la noche me volverá a llamar.

—Me alegro, tata.

Termina de poner la mesa y los cuatro nos sentamos a comer. En una hora hemos quedado para ir a la piscina así que tengo que empezar a mentalizarme. La conversación con Adri me ha nublado un poco la cabeza.

—Por cierto —Nora me mira con la boca llena de comida—. ¿Qué te ha dicho el chico de las gradas?

—Nada, no hemos hablado mucho, se llama Luca.

Aquel conjunto de estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora