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Aria


—¡Póntelo! —me grita Nora.

—No me convence.

—Solo quiero que te lo veas puesto, por favor.

Parece que se le está agotando la paciencia. Llevo una hora para decidir qué ponerme. Luca me dijo que la gente se arreglaba mucho para esta fiesta y yo no tengo nada para ir arreglada. Los vestidos no son lo mío y lo único que tengo es un chaleco marrón con flecos largos. Nora está completamente segura de que queda perfecto con la ropa que llevo. Me he puesto unos pantalones cortos verde oscuro, una camiseta ajustada blanca y unas zapatillas planas, también blancas. No creo que esto sea lo más adecuado, pero yo nunca me arreglo para ningún tipo de evento y no se me dan bien estas cosas.

Esta semana he sentido mucha tensión con Luca, en la piscina, en el Cosmos por las noches... Hemos hablado mucho por teléfono, incluso las noches en las que no he salido de casa, se quedaba en la suya solo para hablar conmigo.

Bloquear el número de Adrián no ha sido una opción, aunque no he vuelto a coger ninguna de sus llamadas. Cada vez que pienso en él, una parte de mí se rompe un poquito más y eso me hace plantearme hasta que punto sigo queriéndole. Hasta que punto quiero volver a mi vida de antes. Creo que me quedaría a vivir aquí para siempre. Nora no se separa de mí y Hugo, bueno... Hugo ha conseguido ser un gran apoyo, al igual que Danae. Decidí contarles, junto a Izan, lo que me había pasado con pelos y señales. Eso ha hecho que nos unamos mucho más como grupo y que también puedan entender a Nora, ya que su misión de hacerme salir de casa a diario ahora cuenta con refuerzos.

Miro el reloj. Mierda. Luca viene a buscarme en media hora y sigo sin peinar. Decido colocarme las extensiones y dejarme el pelo suelto, muy largo.

—Aria, de verdad que este chaleco le va a dar el toque perfecto al conjunto, créeme.

Me resigno y me lo pongo. Al mirarme al espejo, no me disgusta. Me lo compré el año pasado y no me lo he puesto ni una sola vez.

—¡Me encanta! —exclama con una enorme sonrisa.

—Aria, estás preciosa —mi madre aparece por la puerta de la habitación.

Se acerca a mí y me recoge los dos mechones del flequillo hacia atrás, sujetándolos con una horquilla.

—Este peinado te favorece muchísimo —comenta con ilusión.

—¡Si! —grita Nora—. Pareces una india.

—¿Estáis seguras?

—Sí, venga, que te están esperando.

Me asomo a la ventana y veo un coche gris al final de la calle, con la música muy alta.

—¿Estás segura de que no quieres venir? —le pregunto a mi hermana.

—No tenemos coche —comenta, cabizbaja—. Pero tranquila, te lo pasarás genial. Confía en ti.

—Os quiero.

Salgo por la puerta fijándome bien en el escalón y camino, intentando parecer segura, hacia el coche. El conductor es el chico alto del otro día, de copiloto está Tom y, en la parte de atrás, están Luca y su amigo pelirrojo.

Me miran como si mi ropa llevase brillantina por todas partes.

Subo al coche y saludo a todos. Luca se mueve para dejarme en el lado de la ventanilla y coloca su mano sobre mi pierna derecha.

—Estás preciosa.

—Gracias —respondo, sonriente.

Espero no estar poniéndome roja.

Aquel conjunto de estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora