Lucas
Subo las escaleras silenciosamente y un ruido me hace levantar la cabeza. Cloe está apoyada en la pared, mirándome.
—¿Qué haces despierta?
—Acabo de llegar, igual que tú —me mira, pícara.
Paso por delante de ella, sin contestar.
—No, no —me sigue a mi habitación—. Me explicas esa cara ahora mismo.
—¿Qué cara? —la miro de reojo.
—Tienes cara de haber visto veinte ciervos esta noche —repara en mi ropa—. Espera, ¿has estado en el campo?
—Algo así —sonrío.
—Luca...
—He estado en el castillo.
—¿Cómo? —ladea la cabeza—. Espera, ¡no! ¿La has subido al castillo?
—Si...
—Joder hermanito. ¿Qué te está pasando?
Saco la toalla de la mochila y voy hacia la lavadora, ella me sigue.
—Tampoco es para tanto.
—¿Hacía cuánto que no subías? —pregunta, apoyada en el marco de la puerta.
—Creo que un año —me encojo de hombros y meto la toalla en la lavadora.
Vuelvo a mi habitación y me siento en la cama.
—Pero... —parece confusa—. ¿Le ha gustado?
—Le gusta mucho la naturaleza.
—¡Qué fantasía! —se sienta en la cama dando un salto—. Me cae mil veces mejor que Blanca, que lo sepas.
—¿Qué pretendes, Cloe? ¿Qué te cuente lo que pasó el jueves en la discoteca?
—No hace falta, ya me he enterado —apoya la espalda contra el cabecero—. Pobre Aria, le pasa de todo. Pero estoy muy orgullosa de ti y de como la defendiste ante Blanca.
—¿Estabas a un metro y no te vi?
—Me lo han contado, Luca —me mira entornando los ojos.
—¿Ha sido Blanca? —pregunto, mirándola de reojo.
—¡No! Ha sido... —entrelaza los dedos—. Bueno... ha sido Nora.
—¿Nora? ¿Desde cuándo sois amigas?
—Desde ayer —sonríe—. Fuimos al parque y vosotros os acababais de ir, así que estuvimos hablando sobre... lo vuestro.
Ladeo la cabeza.
—Hemos llegado a la conclusión de que deberíais ir con cuidado —pone su mano sobre mi brazo —, los dos lo habéis pasado muy mal y...
—La he besado —murmuro.
—¿Qué? —se sobresalta y agarra mi brazo con fuerza—. ¡¿Qué?!
Miro hacia el techo de la habitación, ni siquiera he sido capaz de asimilar la noche de hoy y ya se lo he contado a Cloe. Espero no arrepentirme de esto.
—No me lo puedo creer Luca, ¡qué fuerte! —sigue dando botes sobre la cama— ¿Y como ha sido?
Al momento se pone tensa. Esta no es la típica conversación que solemos tener y los dos lo sabemos. No habitúo a contar estas cosas y menos a mi hermana pequeña.
—Si no quieres contármelo...
—Tranquila —la interrumpo—. Es una chica muy especial.
—Ay, tete, ya decía yo que esa cara de felicidad era por algo. ¡Qué fuerte!
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Aquel conjunto de estrellas
JugendliteraturAria está hundida en una relación tóxica. Luca acaba de huir de una. La mente de ella es la peor arma contra sí misma, mientras que él escapa de todo lo que le hace sentir. Si en una explosión hay falta de oxígeno, el fuego se apaga.