Capítulo 11

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Salí de la sala de cine completamente avergonzado, ni siquiera podía mirarlo sin morirme de vergüenza por lo que pasó. Lo peor es que a él ni siquiera parecía importarle... O tal vez fingía que no para molestarme. No lo sé, probablemente sí sea eso.


- La película fué una mierda ¿no? - él trató de romper el silencio que había entre nosotros, incluso notaba cómo trataba de ocultar su sonrisa nerviosa.

- Sí, lo fué... Más te vale no contarle a nadie sobre esto o te juro que te quedas sin bolas, gordo hijo de...

- ¡Hey tranquilo! No iba a decir nada... Al menos no por ahora...

La mirada asesina que le lancé fué más que suficiente para que se callara de una puta vez. Extraño (porque usualmente sigue diciendo pendejadas hasta que llegamos a los golpes) pero no presté mucha atención a eso. Como sea, me prometió que no le contaría a nadie mientras yo siguiera pasando las tardes en su casa y acepté al no tener otra alternativa.

Saliendo del cine nos quedamos un rato paseando por un parque y luego me llevó de regreso a mi casa, justo cuando ya había anochecido. Durante el camino Cartman se mantuvo muy apegado a mi, como si quisiera tomarme de la mano o abrazarme por la cintura (seguramente pensaba que no me daría cuenta pero que no joda, era demasiado obvio como para no percatarse) cosa que por alguna razón no detuve y dejé que siguiera acercándose. Al llegar se despidió de mi y sé fué, no sin antes haberme dado las gracias por haber pasado la tarde con él y haberle hecho compañía para luego insultarme (sí, otra vez) y decirme que esperaba que después no estuviera jodiendo pidiendo citas cada vez más caras, porque claro, según él soy avaricioso por ser judío... Sí que es un imbécil.

Durante las siguientes semanas posteriores a la cita seguimos pasando más y más tiempo juntos y aunque sus tratos hacia mi poco a poco cambiaban (en el sentido de que era amable conmigo y al mismo tiempo seguía siendo el mismo imbécil rompebolas de siempre) decidí ignorar eso y seguir mi vida como siempre. Los meses seguían pasando y gracias a que con el tiempo sentía que éramos más cercanos de lo que solíamos ser antes comencé a percibir una extraña sensación en el pecho que se producía cuando Cartman se acercaba a mi, recibía un mensaje de él o me daba cuenta que él me miraba durante mis entrenamientos. Era una sensación rara que no comprendía del todo bien, o al menos no hasta ese día...






























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