16. Algo más.

356 24 5
                                    

Era obvio. Él no conocía mi pasado. Él no sabía por todo lo que he atravesado. Él no sabía mis peores temores. Él no sabe quién soy.

Llego a pensar que es mejor así.  Una persona que te hiciera sentir bien por minutos no estaba mal, ¿no?

Tras responderle un gracias comienzo a preparar mi desayuno.  Y mi mente comienza a divagar por océanos llenos de preguntas cuyas respuestas se ahogaron.  Mi pecho se infla de miedo otra vez al recordar la llamada pero es interrumpido el sentimiento por el constante y fuerte olor de tocino que desprende el sartén.  Me recuerda a ese día y más a cuando era pequeña.  Todo era tan distinto y lo extraño. Esos días en los que mi papá nos llevaba al parque y jugábamos. El triste recuerdo de jugar a escondernos y me dejasen ganar por ser su princesa golpea mi mente. Siempre fui la pequeña y ya no soy más que una extraña. Ya no soy más que un error.

Termino el desayuno y caigo en cuenta de que no es lo mismo. Madrid y Los Ángeles no son nada parecidos, y si lo son yo no me doy cuenta. Aquí puedo tener el aire que en los últimos meses me faltaba allá,  aunque sea momentáneamente. 

Cuando termino de comer corro al baño y lo cierro.  Tras quitarme la ropa entro a la ducha y espero que por primera vez el agua logre relajarme y no es así.  El sonido me desespera y vuelve otra punzada de dolor acompañada con un recuerdo. ¿Mi vida siempre dependerá de un recuerdo?  Y del mismo recuerdo. 

Frustrada por el hecho de que ni bañarme podría relajarme salgo de la ducha y corro al cuarto. Es tan diminuto que lo siento mío. No como uno grande que me recibía en oscuridad y sola.

Media hora después me encuentro caminando hasta el restaurante, realmente deseo tener mucho trabajo y despejar mi mente. Pero recuerdo que ayer había hecho demasiado y si no hay algo nuevo, no tendré nada que hacer.

A mitad de camino mis manos comienzan a temblar y me siento observada. Esto no puede ser.

Con la fuerza de voluntad que no tengo acelero el paso y me encuentro casi corriendo logrando llegar en menos de veinticinco minutos.

Mi respiración acelerada hace que mis piernas flaqueen en el momento que entro al restaurante. No veo a nadie además de Juan, el señor que ayuda con la seguridad quien me recibe sonriendo. Intento devolverle la sonrisa pero no lo logro, dejando en el aire un buenos días.

Mi pecho se oprime cuando me siento en mi puesto de trabajo y tengo que respirar varias veces para poder calmarme, aunque no lo logro. ¿Realmente alguien me seguía o sólo lo imaginé? 

Mi cabeza da diez mil vueltas por segundo y mis pulsaciones son cada vez más fuertes. En vez de calmarme sólo consigo preocuparme más. 

Consigo dejar mis cosas en el escritorio y  caminar hasta la cocina tambaleando, cuando llego Daniel, uno de los ayudantes, me ve y se acerca. 

— Buenos días, Julia. ¿Todo bien? —dice. 

—Buenos días. Sí, más o menos. ¿Puedes darme un poco de agua, por favor? 

— Sí, claro. Ya vuelvo. 

Segundos después que se me hacen eternos me entrega un vaso con agua que al probarla me resulta extremadamente fría, aunque creo que no lo es, y me hace temblar. 

—Muchas gracias, Daniel. ¡Nos vemos! —digo con un tono apenas audible.

—Vale, Julia. 

 Cuando llego al escritorio mi teléfono está vibrando anunciando una llamada de John. Por fin.

Contesto lo más rápido que puedo. 

—¡Ju! ¡Por fin contestas! —dice demasiado rápido. 

—Estaba tomando agua. Lo siento. 

Y por alguna razón, que creo que es el no querer preocuparle más, decido  no contarle lo que pasó hace minutos. 

—Disculpa por  no haberte llamado ayer. En realidad no he dormido nada pensando qué hacer. —dijo con voz nerviosa. 

—Yo tampoco he dormido mucho. —digo con un hilo de voz, sin saber qué esperar. 

—Eh, Ju. Quédate tranquila. No va a pasar nada. —dejó su nerviosismo y me habló tan seguro de sí mismo que me pareció real.

Él no sabe que me estaban persiguiendo. O eso creo. 

—Ojalá, John. —respondo. 

—Hablaba en serio ayer cuando te dije que esta vez no dejaría que te pase nada. Te lo debo, Ju. 

No respondo nada porque mi mente quedó en blanco y no se me ocurre nada inteligente que decir. 

—Bueno, Ju. Quería decirte que pasaré unos meses contigo en Madrid. Es la única forma que encuentro para protegerte. —dice con una voz muy paternal. 

—¡No! ¡No tienes que hacerlo! —respondo— ¿Qué pasa con tu trabajo? No puedes dejarlo todo porque sí. 

—No dejaré todo "porque sí"  —enfatiza— es por ti. Créeme que ahora eres lo más importante, fue lo que no supe hace un tiempo —su voz se vuelve muy baja— Hablé con mi jefe. Conseguí que me trasladase a Madrid. Pero no empezaría hasta mitad de Julio. 

—No tienes que hacerlo, John. 

—Tengo que y además de extrañarte, quiero visitar Madrid de nuevo. ¿Recuerdas cuando fuimos de pequeños con mamá? —dice y sé que está sonriendo, igual que yo— Tengo mucho tiempo sin ir. 

—Sí lo recuerdo aunque era demasiado pequeña y les evitaba salir porque era muy frío. —ambos nos reímos y empiezo a considerar que es una buena idea— ¿Cuándo vendrás?

—Espero estar antes de tu cumpleaños, seguramente el jueves. Tengo que dejar unas cosas listas antes de irme. 

—Está bien. Arreglaré la otra habitación para que estés cómodo. —le digo un tanto emocionada. 

Gracias, Ju.  Te estaré avisando de mi vuelo, ¿Vale? Voy a dormir un rato.

—Ok. Hablamos. Gracias. —me despido. 

**

Misteriosamente tengo mucho trabajo que hacer  y mi día mejora. Mi mente está en cualquier parte y consigo pasar la mañana y mitad de la tarde sin parar. Me hace sentir mucho mejor, no sé si se debe también a la llamada de John. Con él todo será más fácil. Creo. 

Pasadas las tres, recuerdo que apenas desayuné. Me levanto y salgo del restaurante hacia un café que queda a dos locales y recuerdo la tarde de ayer con Pablo. Su nombre me hace sonreír y no entiendo porqué. Pero ignoro el pensamiento apenas llega. Mi vida está demasiado complicada para agregarle algo más. 

Pero ¿Qué es algo más?

 Dejo de darle vueltas antes de empezar, ordeno un café y un sándwich. Consigo una mesa en una esquina alejada y me siento, está al lado de la ventana y veo pasar a la gente distraída, evitando pensar todo lo que debería pensar. 

Creo que lo mejor sería distraerme, al menos hoy. Ayer fue un día difícil y no quiero que lo sea también hoy, porque ha tenido buenos momentos.

Siento mi teléfono vibrar y veo que tengo un mensaje. Y es de Pablo.

P: Hoy compré tu regalo de cumpleaños ;) ¿Qué tal tu día? 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 03, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Polos Opuestos [Pablo Alborán]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora