3.- Tropiezo por las calles de Madrid.

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2 meses después. 

—Acompáñame, por favor. Compré tu entrada. —me dijo Sandra. 

Llegó junio y con él un mar incomprensiblemente extenso de lágrimas, todo mi día significaba lágrimas, en tres días se cumplía un año... Un año desde aquel insoportable paso de mi vida que no logro superar ni olvidar un segundo. Apenas llegó el primero de junio y mi vida comenzó a ser más detestable. Por Dios... La extraño y me duele tanto... 

Tras dos meses aquí he comprobado que alejarse no disminuye el dolor pero sí te ayuda a no darle tantas vueltas en tu cabeza, cada día al recordarlo una punzada de dolor traviesa mi cuerpo. Es como si me descompusiera sólo pensándolo. Y es increíblemente doloroso. 

Después del breve encuentro con Sandra en el starbucks nos comunicamos de nuevo y empezamos una amistad, ella no indaga en mi pasado, en mis sentimientos... Sólo me apoya y me hace reír con sus locuras diarias. 

La de hoy es: ir a un concierto de un artista del que ni tenía idea de su existencia.

—¿Cuándo es? —pregunté. 

Sonrió. 

—En tres días, necesitas ir... Estos días has estado... Umm... —no continuó. Sabía que no soportaba que me hablara de mis horas encerradas en la habitación llorando. 

Con el pasar de las semanas aquí había dejado de llorar cada noche, lo evitaba. Pero cuando me sentía más sola de lo normal y en mis días, el sentimiento de culpa hacía de las suyas y me atormentaba. En esos días no duermo absolutamente nada y los dolores de cabeza se multiplicaban... No funcionaba. 

Pero fue iniciar junio y mi mundo empezó a dar vueltas, cada día lo recordaba... Juro que cada día siento ese momento, cada día lo vivo... Y van once días.

—Lo sé... No tengo ánimos de ir. 

El mismo día del supuesto concierto se cumplía un año... catorce de junio. 

—Sabes que de alguna manera te voy a convencer. Elige la opción más fácil. Realmente no te vas a arrepentir. 

Y era así, durante estos dos meses lograba sacarme de mi cuarto los sábados y me llevaba a fiestas con sus amigos "para distraerme", en cierto modo era así.

El punto es que siempre lograba convencerme, pero esta vez... Ese día... ¿Por qué tiene que ser tan difícil? 

—Esta vez no, San. 

—Desde el principio te dije que no iba a presionarte, pero sabes que puedes contar conmigo siempre y que voy a estar cuando decidas sacar de ti todo el dolor. 

—Lo sé y gracias. Pero ahora es muy difícil. 

—Y por ello tienes que acompañarme. —sonrió— Así te distraes. Por favor. 

Reí amargamente. 

—No es tan fácil ir como si nada. Ese día... 

—Las cosas son fáciles cuando se quieren que lo sean. —me interrumpió— Todo depende de ti, Julia. Y eso es lo que no has querido ver. Sólo tienes que proponerte ser feliz y ya. Todo está y viene de ti. 

No soporté oír eso, era tan simple como tan profundo para mí. 

—Ya vuelvo. —dije dirigiéndome al baño. 

—Julia... —dijo pero ya no podía oírla. 

Dejé las lágrimas salir y fui deslizándome al piso, estaba perdida en mi  propio dolor y no hallaba manera de salir de él. Lo he intentado, claro que sí. Avanzar se me hace tan complicado, cuando creo que puedo dar un paso hacia mi futuro, mi pasado se interpone y retrocedo tres pasos. Eso me duele tanto... No ser capaz de huir de este infierno, de este sentimiento que me persigue, del daño que causan los recuerdos. 

Polos Opuestos [Pablo Alborán]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora