V

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|Lluvia|

Corría a su casa, tapándose solo de su chamarra que ya estaba empapada, mientras más lo pensaba no tenía sentido.

Su pelo y ropa ya estaban mojados, no había razón para "taparse" con la chamarra, agarraría un resfriado.

Por suerte ya había llegado a su casa, solo hacía falta sacar la llave y darse una buena ducha para darse el merecido descanso y permiso a faltar un par de días.

Se acomodó su chamarra y acercándose a la puerta metió sus manos a sus bolsillos. Nada. No estaban sus llaves.

El temor invadió su cuerpo, quizá el escalofrío fue producto de la lluvia, pero el temor no. Volvió a buscar, no había nada.

Buscó en el bolsillo de su falda, solo tenía su celular ahí.

-No, no, no, no...

Una vez más volvió a buscar, la esperanza acabó en el tercer intento. Ella había perdido sus llaves.

-¡Oh mierda! -pateó la puerta- ¡¿No te basta, Universo?!

Gritó al cielo sin verlo, no pretendía que las gotas de la fuerte lluvia cayeran en su cara, aunque no importaba, ya estaba por empaparse en lágrimas.

Ese día había sido horrible para ella. Si no fuera por N, se hubiera derrumbado en la escuela.

Apegó su espalda a la puerta que no se abriría hasta que llegara su padre, si es que llegaba.

El estrés ante toda la situación la hizo sentarse en el suelo, ya no le importaba, ya andaba completamente mojada.

Abrazó sus piernas tal cual niña acababa de ser regañada y empezó a llorar. Llorar por todo.

En un momento se detuvo y respiró, una idea vino a su cabeza, no todo podía terminar mal ese día, tenía a N.

Sacó su teléfono y como pudo le marcó, esperando que su teléfono no explotara o dejara de funcionar por estar mojado.

Un pitido... Dos pitidos... Cinco... Y escuchar su voz la relajó.

-¿Uzi? ¿Esta todo bien?

Sintió una alegría escucharlo.

Contarle lo que había pasado fue vergonzoso, pero las dos -casi tres- semanas donde N se la pasaba a su lado dieron sus frutos y la ayudaron a confiar en él.

Seguía abrazando sus piernas esperándolo, sabía que él iba a tardar, vivían muy lejos, pero no importaba.

Acurrucada contra la puerta parecería que volvería a llorar, pero no lo haría, en ese momento estaba pensando en como fue que perdió sus llaves.

Fue en ese momento que a su mente llegó el recuerdo de cuando se cayó, podría ser, V se le había acercado para molestarla, N no estaba.

Puede que ahí se le cayeran las llaves y por fijar su atención en V y compañía no se diera cuenta.

Escondió su cara en sus rodillas, era incómodo pero no había más que hacer.

A los minutos sintió que la lluvia dejaba de caerle encima, miró a quien le cubría y se encontró con N quien la cubría con un paraguas y la miraba preocupado.

Ella agradecía que estuviera lloviendo porque no se verían sus lágrimas. Él sabía que ella estaba llorando.

No tardó mucho N en pedir un taxi, lo que tardó más fue caminar. Ambos sentados ahí. No tenían que decirse.

¿Me hablas a mi? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora