☆10☆

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*Cap picante, léanlo con música para ambientar.*

Ya era un día nuevo y yo todavía no podía sacar a Tom y su provocación de mi cabeza, había soñado con eso y muchas cosas más, esperaba no haber echo ruido.

Me levante y baje a prepararme el desayuno, al parecer los chicos dormían todavía así que estaba sola en la cocina.

Hacia frío pero no tanto, estábamos en una época bipolar, algunos días hacia mucho calor y otros días mucho frío.

Había puesto un poco de música mientras me preparaba un capuchino, al parecer la señora del aseo venia más tarde, así que estaba yo sola en la cocina gigante de lo Kaulitz.

Me senté en la isla a tomar mi café mientras escribía en mi diario, cuando de repente siento que entra alguien a la cocina, bostezando.

Verlo así hizo que me quemara los labios con el capuchino, solté un gemido de dolor al sentir el ardor en mis labios, me puse demasiado nerviosa.

—¿Estas bien preciosa?.—preguntó acercándose rápido hacia mi.

Las palabras no salían de mi boca, estaba absorta de la realidad, no sabía si era un sueño o qué, pero lo estaba disfrutando tanto.

—¿Te gusta lo qué ves Hoffman?.—sonrió pícaro al darse cuenta que lo estaba mirando y no a los ojos.

Estaba sin camiseta, y los pantalones del pijama le iban tan sueltos que podría jurar que si soplaba se le caían por completo.

Todo su torso desnudo, sus abdominales y la V que se le marcaba debajo de estos, dios estaba alucinando, su perfume dulce y suave inundó mi nariz en segundos.

Su cuerpo no era exageradamente marcado pero tenia sus atribuciones que lo hacian ver muy sexy, yo seguía quieta en mi lugar admirando tal belleza, mientras el limpiaba lo que había derramado.

Al tenerlo tan cerca el calor de su cuerpo me hizo dar escalofríos, el mientras seguía limpiando, ignorando que yo lo estaba mirando descaradamente.

—¿Puedo?.—dije apuntando su pecho.

El asintió mientras sonreía, sabia que lo disfrutaba.

Puse mi mano en su pecho y el calor de éste se unió al frío de mis manos, fui bajando hasta llegar a su cintura, acaricie sus abdomiles.

Inconscientemente mordí mis labios, su cuerpo era perfecto me encantaba tenerlo tan cerca y solo para mi, acaricie todo su cuerpo y el se estremeció al contacto frío de mis manos con su piel caliente.

—Ven, acércate más.—le pedí.

El se acercó mientras me miraba, tuve que levantar mi mirada ya que estaba más alto de lo normal porque yo estaba sentada y el parado, aunque las sillas eran altas igual quedaba más baja al lado de el.

Lo tome de la cintura y lo pegué a mi cuerpo, mis piernas se entrelazaron a su cadera y lo abracé, tenía frío así que su cuerpo calentito me ayudó mucho.

No fue un abrazo tierno, nuestros cuerpos se deseaban más que nunca, se podía sentir en el ambiente la tensión que había.

Sentí como algo en su entrepierna se ponía duro y no pude evitar reírme.

—Solo es un abrazo Kaulitz...

—Tus manos están frías Hoffman, y me estas tocando demasiado.—se defendió.

—¿Quieres que deje de hacerlo?.—susurre para nosotros.

—No.

Lo mire a los ojos y fui bajando mis manos hasta el elástico de su pantalón pijama, jugué con este mientras lo miraba, él miraba todos mis movimientos con curiosidad.

Durch Den Monsun; Tom Kaulitz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora