Capítulo 5

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Culpable
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Sin culpa, así es como comienza este acto: sin culpa...

Suben a la habitación sin hacer ruido. Deseosos de llegar a la cama y jugar un rato.

—Solo un juego— menciona ella entre jadeos mientras le quita a él la camisa. —¿trato?

—Después discutimos los términos— responde él atrapando sus labios en un beso mordaz, salvaje, lujurioso lleno de deseo y sed de placer.

La manera en la que sus manos recorrían su cuerpo, la manera en la que delineaba sus curvas con sus firmes dedos la hacía imaginar la cúspide del cielo. Si esa era la sensación al rosar su piel, no imaginaba cuando la tocara más profundo.

Y mientras la desvestia ella solo podía pensar en como su presencia la estremecía. Su cercanía hacía que su cuerpo latiera y su sola mirada la desnudaba.

Recorría los senderos de su cuerpo rozando las orillas donde las aguan fluyen. Eso sólo hacía que el núcleo entre sus piernas latiera en busca de atención, su atención.

—¿Tenías planeado esto?— cuestiona él entre momentos en los que no se deleita con el sabor de su cuello.

—Desde la primera vez que te vi— respondió ella dejando al descubierto su más sucio deseo.

Eran adultos con sentido de la responsabilidad y orientación en sus sentimientos y emociones. Lo único involucrado en esta habitación era el deseo sexual por el que los dos estaban agonizando.

Besarla era como probar un excéntrico vino tinto: amargo, con tonos amaderados, pero sobre todo embriagante y adictivo. La tomó entre sus brazos y la sentó sobre la cama poniéndose de rodillas mientras pasaba su lengua sobre su piel erizada por la excitación.

El encaje negro que cubría sus pechos le quedaba tan bien, pero si era honesto, prefería esa cosa en donde sea, menos sobre ella. Baja el tirante buscando su hombro desnudo para después ser un "poco generoso" y lamer sus pechos, una acción que sólo provocó un vaivén de sensaciones que juraba que solo él podría causar en ella. La manera en la que lo deseaba se había vuelto una necesidad, como un adicto en abstinencia, curioso, pues ella jamás había probado la droga, pero en estos momentos en los que le acariciaba el pelo mientras él le lamía los pezonez, no sabía si sería capaz de estar en abstinencia.

—Quítate las bragas— ordena él con un tono seco, frío. Ella, sin chistar, obedece quedando totalmente desnuda.

Menos mal no trabajaban juntos, si tenia que escucharlo todo el día dando órdenes seguro los dos serían despedidos por fornicar en espacio público.

Lo difícil después de eso fue no hacer tanto ruido. Recargó las palmas de sus manos a cada lado de la cama y mordió su labio inferior en el primer contacto que su lengua tuvo con su vagina, un rose apenas, pero casi la hacía gritar de placer.

Él la tomó de las rodillas separando un poco más sus piernas, lamiendo lentamente su clítoris. Rompía los arcos cerrados y le daba olas de goce, sonidos de alborozo que entraban en su mente y hacían la rebelión en su entre pierna cada vez más impetuosa y agitada. Ella solo podía visualizar las estrellas cada que sentía la mínima fricción, quería llegar al orgasmo y quedarse ahí por un buen rato, pero al mismo tiempo, la sensación que tenía era tan deliciosa y satisfactoria que terminar sería una tortura. Y antes de que ella pueda llegar al orgasmo, el se detiene. Su mirada busca la de ella regalandole una sonrisa pícara, se quita el cinturón y toma las manos de su amante para atarlas.

Caminos Cruzados《DinBo AU》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora