Escena 2.

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(entra Bethsabé en escena. Está en su casa)

Aaron: Mujer, abre tu puerta y permíteme entrar, pues traigo grandes noticias para ti y para tu casa. Soy un mensajero del rey, quien tiene un mensaje para ti.

Betsabé: (entra a escena) ¿Qué quiere el rey de mí, mensajero? ¿Acaso he cometido algún delito por el cual deba pagar?

Aaron: David, nuestro rey, quien con una piedra y una onda derrotó al gigante Goliat, desea poder conocerte, por lo que deberás partir a palacio lo más pronto que puedas.

Betsabé: (con sorpresa en su cara) ¿Qué el rey quiere conocerme? ¡Menuda sorpresa! Pero lamento decirte que no puedo dejar mi casa en estos momentos. Quiero esperar a Urías, mi marido, quien está en el campo de batalla. Mientras que no vuelva sano y salvo, no visitaré a nadie.

Aaron: Esta batalla no terminará hasta dentro de varios días, si es que contamos con la ayuda de Yahvé. Y no se puede descartar que los amonitas traigan más soldados. No sé qué te ha contado tu marido, pero la guerra está en su momento más duro, por lo cual ningún soldado podrá volver a su casa por el momento. Y por no hablar de que el rey quiere verte hoy mismo. Betsabé, hazlo por Yahvé.

Betsabé: Mi fe en Yahvé no es realmente fuerte, pero creo que es mi deber aceptar la invitación del rey, por lo cual hoy mismo iré a verlo. Dile que sí, que acepto ir a visitarlo al alba, pero como es lógico, primero tendré que prepararme, pues no puedo ir a ver al rey con las ropas de ir por casa.

Aaron: Ponte tus mejores prendas, Betsabé, pues hoy conocerás en persona al rey David, hombre más sabio sobre la tierra y amado por Yahvé gracias a su gran corazón. Ponte tus anillos y tus collares, tu traje más hermoso (le lanza una prenda), no olvides tus paños de seda y tu maquillaje (le lanza una prenda y Betsabé las deja caer), pues no todos tienen el privilegio de conocerle. David ama la elegancia, y no suele recibir visitas de gente corriente, por lo cual deberás dejarle una buena impresión.

Betsabé: Antes de partir, querría saber qué es lo que quiere exactamente el rey de mí. Soy una mujer perteneciente al grupo social de los vasallos, por lo que no tengo mucho que ofrecer al rey. El hecho de que mi padre gozara de riquezas en abundancia y mi marido sea soldado no explica por qué el rey quiere conocerme.

Aaron: yo solo sé que quiere conocerte. Desconozco si quiere algo más (ríe burlonamente).

Betsabé: ¿Qué insinúas, mensajero? ¿Qué quieres decir con tu risa?

Aaron: No... nada... que el rey sentirá curiosidad por conocerte... Bueno, eres una mujer hermosa y todo Jerusalén habla sobre tu inteligencia y tu devoción a tu marido y al arte de las letras. Además, se dice que cantas mejor que las aves. El rey, músico y poeta, necesita con quién hablar de arte (giña el ojo al público).

Betsabé: En ese caso, agradezco que me hayas hecho llegar el deseo del rey de conocerme y cortésmente te invito a abandonar mi morada para así decirle al rey que acepto su invitación y que estaré allí a la hora de cenar, ni un solo minuto más tarde.

Aaron: Que así sea pues. Adiós, Betsabé, hija de Eliam. Que Yahvé os te proteja a ti y a tu morada.

Betsabé: Igualmente, mensajero.

Aleluya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora