Escena 5.

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Betsabé: ¿Hay alguien aquí? Dejadme entrar, vengo a ver al rey.

Leví: ¿Quién eres, mujer? Identifícate ahora mismo. ¿No serás una moradora de la noche?

Betsabé: Soy Betsabé, esposa de Urías el hitita, y el rey me pidió que viniera a verlo.

Leví: ¿Betsabé, esposa de Urías? Ah, ya sé quién eres, Betsabé. Combatí varias veces junto a tu esposo. Es tu marido un hombre de honor, leal como nadie y religioso como el mismo rey.

Betsabé: Ahora que sabes quién soy, ¿me dejas pasar, por favor?

Leví: Lo lamento, no me han dicho que nadie vendría a ver al rey, por lo que no puedes entrar.

David: Leví, déjala pasar. Dice la verdad, yo la invité.

Leví: (de rodillas) Lo lamento, majestad.

David: no pasa nada. Puedes retirarte.

Leví: que así sea (se va).

Betsabé: (se arrodilla) Es un honor conocerlo en persona, majestad. Mi esposo Urías me habla mucho de vos.

David: El honor es mío, Betsabé. Levanta, no manches tus ropas con la suciedad del suelo. Llámame David.

Betsabé: como deseéis, David.

David: Eres más bella incluso de cerca... parece que Yahvé mismo bendijo tu nacimiento... (se acerca más a ella para contemplar su belleza)

Betsabé: Muchas gracias, David (mira hacia otro lado sonriedo).

David: De entre todas las flores que he visto decorar el campo, tú eres sin duda la más bella.

Betsabé: David, ¿qué quieres de mí?

David: No lo sé (se da la vuelta y se agarra el mentón). Te vi esta mañana bañándote en tu azotea y tu belleza pudo conmigo. Me derrocó la visión de una mujer tan hermosa como tú. Sé que eres amante de las letras y la música, y no me mintieron cuando me dijeron que tu voz es la más hermosa de la ciudad. Simplemente quería estar contigo.

Betsabé: Pero David, estoy casada con uno de tus más fieles vasallos. Yo siempre te he admirado y he deseado tanto como las demás mujeres del reino estar contigo, pero estoy casada.

David: Por favor, Betsabé, quédate conmigo una noche al menos. Creo que amo tu figura. Llevo solo demasiado tiempo y me siento triste. Necesito la compañía de una dama que me llene el corazón, y creo que mis ojos mortales me han hecho enamorarme.

Betsabé: Está bien, te complaceré, pero mi instinto me dice que no solo vamos a dormir. Yo diría que quieres otra cosa, David.

David: me rindo a tus pies, Betsabé.

Betsabé: David... yo... (él la besa, ella le responde con otro beso) Aleluya, que sea el amor quien nos guíe.

David: Aleluya... Aleluya... vamos a mi alcoba, amor mío (se van).

(Entra a escena Yahvé acompañado de un ángel)

Yahvé: David, David, me has invocado en vano, pero esto no quedará así. Ya pensaré como castigar tu pecado. Que caigan rayos por tu acción. Y no solo has dicho mi nombre en vano, sino que has deseado a la mujer de otro hombre y la has llevado a tu alcoba. Mi castigo más ejemplar caerá sobre ti, lo juro.

Aleluya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora