Escena 4.

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(entran Ana y Sara)

Ana: ¿Te lo puedes creer, Sara? Betsabé ha sido invitada a palacio a conocer al rey. Esto es inaudito. No es justo, la calladita casada va a conocer al rey, mientras que yo, la más fulana de la campiña, más sola que la una.

Sara: Uy, que celosa estás. Betsabé ha tenido suerte, déjala. Además, si te aburres rápido de los hombres no es culpa suya.

Ana: Si fuera criada como yo, le agarraba por los pelos y le arrancaba la cabeza. Pero como tiene dinero, no puedo ni tocarla. No es justo.

Sara: pues búscate a un marido cuya fama llegue a los oídos del rey y así podrás conocer a David en persona.

Ana: Te digo yo que esa no va solo a conversar con el rey.

Sara: ¿Qué insinúas?

Ana: párate un momento a pensar. Un hombre viudo y una mujer cuyo marido lleva en el frente de batalla meses, ¿qué otra cosa van a hacer más que comerse el uno al otro?

Sara: Mujer, esa boca. No todas somos tan predispuestas a complacer a los hombres como tú.

Ana: Te digo yo que las más calladas son las peores.

Sara: ¿Sabes que pienso yo? Que las mujeres deberíamos juzgarnos menos entre nosotras. Llámame loca, pero creo que si nos uniéramos lograríamos llegar a ser igual a los hombres frente a la ley.

Ana: no me vengas ahora con eso, que estábamos chismorreando de Betsabé (aparece Aarón).

Aarón: Vecinas, ¿de qué habláis?

Sara: De nada, que a esta se le ha metido entre ceja y ceja que su majestad ha hecho llamar a Betsabé para... bueno, tú ya me entiendes.

Ana: Aquí va a haber unos cuernos como una casa.

Aarón: Yo también he llegado a pensar que para eso la quiere, pero es imposible. Es David, siempre tan acorde con su devoción que si Yahvé le ordenase cruzar el mar a nado lo haría con gusto. No haría nada con Betsabé ni aunque no le quedase otra opción.

Ana: Me la suda lo que digáis, yo creo que van a romper la cama esta noche.

Sara: Anda, Aarón, llévate a Ana a la taberna y asegúrate de que se harte a cerveza, que hoy no la aguanto.

Ana: me parece perfecto (se marcha con Aarón).

Sara: (se sienta en el suelo) ¡Qué sueño hecho realidad el que está viviendo Betsabé! Es como esas historias que me contaba mi abuela cuando era niña.

Joab: (Entra a escena) ¿Qué haces aquí tan sola, Sara?

Sara: Terminé mi jornada de trabajo y estuve hablando con Ana, pero se ha ido con Aarón a la taberna.¿Tú no tendrías que estar en el frente, Joab? Eres un importante general, tu lugar es el campo de batalla.

Joab: he venido a escribir unos informes sobre la batalla, ese es el motivo por el que estoy aquí.

Sara: Comprendo, temas de papeleo militar.

Joab: Es tarde y está anocheciendo, es peligroso que una mujer esté sola por estos lares. ¿Te acompaño a casa?

Sara: Vale. Vayámonos, Joab (se van).

Aleluya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora