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Tae era demasiado parecido a Jae en personalidad y te sentías culpable de refugiarte en él

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Tae era demasiado parecido a Jae en personalidad y te sentías culpable de refugiarte en él.

—Sal del agua ya, llevas horas ahí— te asomaste a la orilla de la alberca mientras sostenías una toalla limpia con estampados de animales marinos.

—Aún no encuentro todos— lo viste salir del agua con unos googles graciosos, se los sacó de inmediato— me falta el pez—señaló una esquina en donde había juntado todos esos animales de plástico.

Te reíste un poco y luego te acercaste aún más al borde— Podemos buscarlo mañana, Nari dice que la cena está lista.

—Amor, por favor— hizo un berrinche con un tierno mohín que no pudiste resistir.

—Date prisa— dijiste mientras caminabas alrededor de la alberca— Uhm, creo que está ahí— señalaste en la parte de en medio.

Te sonrió antes de sumergirse y en cuestión de segundos salió con la figura de plástico en la mano.

—Vamos, Jae.

Cantaba una canción en voz baja demostrando lo alegre que estaba. Salió de prisa del agua y las gotas frías cubrieron la mayoría de su cuerpo que no llevaba ropa a excepción por su short negro.

—Frío, frío— se abrazó así mismo mientras se frotaba los brazos y avanzaba hacia a ti. Le entregaste la toalla para que se secara el cabello— no debí pasar tanto tiempo ahí, me estoy congelando.

—Siempre dices lo mismo y al final haces lo contrario—te quejaste— además no hace frío aquí afuera, mentiroso.

—Abrázame— dejó la toalla en una de las sillas y abrió los brazos.

—Cuando estes completamente seco— te estiraste hacia él y le diste un pequeño beso en la mejilla—ahora vamos adentro.

—Jun ¿comerán adentro o afuera? Para que yo arme la mesa— la voz de Nari se hizo presente y la viste asonarse por la puerta de cristal.

—Uhm— miraste el cuerpo semidesnudo de Jae que hizo que el corazón se te acelerara— aquí afuera. Jae tiene que escurrirse por completo.

—¿Te gusto?— preguntó Jae acomodándose en una silla del pequeño comedor del jardín— estoy trabajando en el gimnasio para ti—coqueteó mientras se reía.

—Quizá— dijiste tomando asiento frente a él.

—¿Quizá?¡Junnie, no puedes decirme eso! ¡Nos casaremos el año que viene! Se supone que debo de gustarte— habló tan rápido que se escuchó aún más tierno.

Soltaste una carcajada y él te siguió.

[...]

Pinchaste con el tenedor unas cuantas pastas para llevártelas a la boca.

Ámame de nuevo ; kth, jjk.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora