"¿Cómo hago que quieres quedarte? por favor deja de mirarme con esos ojos, él nunca será como tú".
-Contenido explicito.
-Hetero.
-Taehyung
-Jungkook
-Jaewook
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A pesar de que cada centímetro de tu cuerpo aún temblaba, te quedaste quieta mirándolo.
—Jun. ¿Qué sucedió?— notaste en sus ojos lo alarmado que estaba y sin darse cuenta estaba sosteniendo cada una de tus mejillas con fuerza.
Los dedos largos de Tae se aferraban a la piel fría de tu cara. Los ojos bien abiertos te inspeccionaban.
—No lo sé Tae, no sé lo que hice— confesaste en voz baja.
Te miró sin comprender—¿alguien te hizo daño?
Ni siquiera supiste qué responder.
—Tae, por favor.
No había que ser genios para entender que si alguien de la farmacia te reconocía comprando lo que necesitabas se armaría un gran escándalo.
—Aquí todos somos hombres Jun. No tenemos esas pastillas— te soltó y se acomodó la ropa— hay una farmacia a cinco calles de aquí pero tendrás que quedarte a esperar en este lugar— su voz grave te hacía sentir un poco en calma—oh... cierto. Nina.
Los dedos de Tae se enrollaron en tu muñeca izquierda mientras su cuerpo avanzaba hacia la salida y el tuyo lo seguía.
Los pasos firmes de él se dirigían a su habitación. Poco le importaba que sus 'compañeros' lo miraran de esa forma. Y es que no era normal ver a Tae con una mujer joven, que por cierto traía ropa de diseñador y caminaba casi tropezando debido a las sandalias y lo incómodo que se sentía el roce de sus piernas. Por si eso fuera poco, estaba despeinada y con la ropa adherida. Cualquiera lo interpretaría de otra forma.
—¿Cuándo entraste?— Esther los detuvo en cuanto los vió pasar por el lobby.
—Te pagaré después— prometiste y asintió no muy segura.
—¿A dónde vas Tae?— el nombrado se detuvo.
—No tardaré. Solo iré a ver a Nina— respondió y notaste lo avergonzado que estaba de ser vigilado.
—Tienes diez minutos o mandaré a alguien por ti.
La tela de tu faldita quiso elevarse un poco por el viento que sintieron al salir del edificio. Así que te llevaste una mano alisándola de nuevo.
—¿Ella te cobra cada vez que vienes?— preguntó sin dejar de llevarte con él.
—Sí, cree que vengo a eso— respondiste.
Una sonrisa se formó en su cara por la forma en la que te referiste. Y por un momento deseo que ojalá algún día acudieras a él.
—Oye, no te rías ¿si?. No es tan común como parece— reclamaste.
—Para alguien que huele a qué le dieron la follada de su vida, no debería tomarlo de esa forma.
