Satur observó con detenimiento a Barcode mientras las palabras del menor penetraban en su conciencia. Cada frase, cada declaración, sentía como si le arrancara pedazos del alma. El simple hecho de que Barcode dijera que no funcionaban juntos hizo que Satur se sintiera pequeño e insignificante por primera vez en mucho tiempo. ¿Cómo había llegado hasta aquí? Se había prometido cambiar, luchar por Barcode, y aun así, ese último beso, esa despedida disfrazada, le revelaba la cruda verdad: no había cambiado, al menos no lo suficiente para merecer otra oportunidad.
La furia se mezclaba con el dolor, la confusión con el deseo. Satur se sentía atrapado en una vorágine emocional que lo empujaba hacia el límite. La idea de perder a Barcode de nuevo, de verlo alejarse para siempre, era simplemente insoportable. Cada músculo de su cuerpo se tensaba, luchando por no mostrar el arrebato de desesperación que sentía por dentro.
—¿Por qué siempre tiene que ser así? —dijo Satur, la voz áspera, luchando por mantener la calma—. Cada vez que pienso que podemos ser felices, me doy cuenta de que sigo siendo el mismo idiota de siempre. Pero... —hizo una pausa, cerrando los ojos por un segundo, respirando hondo antes de continuar— ...siempre seré el idiota que te ama, Barcode. Eso no ha cambiado ni cambiará.
Barcode lo miraba con una mezcla de compasión y tristeza. Sus labios, que hacía apenas unos instantes lo habían besado con tanta dulzura, ahora estaban sellados, incapaces de decir lo que ambos sabían: esta vez debía ser el final.
—Satur... yo... —comenzó Barcode, pero fue interrumpido por un susurro sofocado que salió de los labios de Satur.
—No me digas que esto es lo mejor, por favor, no lo hagas —pidió Satur, sintiendo cómo las palabras se le atragantaban—. No me digas que vas a dejarme otra vez.
Barcode tragó saliva, intentando contener las lágrimas que querían brotar de sus ojos. No quería ser el villano en la historia de Satur, pero tampoco podía seguir siendo la víctima de su posesividad. Había cambiado, pero ambos sabían que no lo suficiente.
—No es solo por ti, Satur, es por los dos. —dijo finalmente Barcode—. No podemos seguir lastimándonos así. Tú lo sabes.
Satur dejó escapar una amarga risa, una que no tenía ni una pizca de alegría en ella. Sus ojos, esos ojos que siempre habían reflejado un deseo incontrolable, ahora estaban llenos de desesperación.
—Dices que es por los dos, pero siempre he sentido que todo esto ha sido por mí. Como si yo fuera el único que no sabe cómo amar sin destruir lo que más quiere.
Barcode bajó la mirada, sin saber cómo responder. Satur tenía razón, pero también estaba equivocado. Ambos habían fallado, ambos habían cometido errores, y aunque el amor seguía ahí, como una llama que se negaba a extinguirse, también lo hacían las cicatrices que se habían dejado el uno al otro.
Finalmente, Barcode levantó la cabeza, decidido. Las lágrimas finalmente rompieron el dique de sus ojos mientras daba un paso hacia atrás.
—Te amé, Satur, siempre te amaré... pero no de la forma en que ambos necesitamos para ser felices. No quiero seguir destruyéndote, ni dejar que tú me destruyas a mí.
Satur sintió cómo esas palabras lo atravesaban como cuchillos. La ira comenzó a disiparse, reemplazada por una tristeza abrumadora. Sabía que Barcode tenía razón, pero la verdad nunca había sido tan difícil de aceptar.
—No puedo cambiar cómo me siento por ti —susurró Satur, su voz apenas un eco de lo que solía ser—. Pero también sé que no puedo retenerte si lo único que hago es asfixiarte.
Barcode dio otro paso hacia atrás, alejándose lentamente, y con cada paso, Satur sentía que el suelo se desmoronaba bajo sus pies.
—Adiós, Satur... —dijo Barcode, su voz temblando mientras se daba la vuelta, dejando a Satur solo en la oscuridad del parque desolado.
Y mientras lo veía alejarse, Satur comprendió que esta vez, realmente era el final. No habría más oportunidades, no habría más excusas. Había perdido a Barcode, no solo por su posesividad, sino porque nunca aprendió a dejarlo ir.
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Like a Tatto // Jeffbarcode
FanficHambriento por vivir y sediento de muerte, recuerda las manos de aquel hombre que algún día lo hizo sentir humano, manos que se marcaron en el como un tatuaje a su piel.