8- Brillo de la Luna

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El alcohol actuaba por ellos, aunque parte de sus acciones éran sus deseos más profundos.

Sus labios se rozaban de manera agresiva, sus lenguas jugando entre sí hacían que sus besos fuesen subiendo de tono. Más sensuales, más húmedos.

Las manos del peliverde apretaban su cintura, acariciaban su espalda y sin pudor alguno manoseaba sus nalgas.

Era demasiado diferente al caballeroso y gentil rubio, él era más rudo.

El varón la tomó en sus brazos y caminó hacia su habitación, no había mucha luz aparte del brillo de la luna que se escabullía por la ventana. Con poca delicadeza, (T/N) fue arrojada a la cama y el hombre se colocó encima de ella.

La agresividad le estaba excitando, sentía cosquilleo en su bajo vientre. Las ropas desaparecían y la piel estaba siendo expuesta, emocionada ella abrió sus piernas y rozó su húmeda intimidad con el bulto del peliverde.

--Alguien está un poco desesperada...-- Susurró él, podía sentir su sonrisa en su cuello.

Abrió sus ojos, sorprendida cuando el peliverde comenzó a succionar la piel en su cuello. Un leve gemido salió de sus labios y trató de pararle, sabiendo que aquello dejaría una marca.

--P-Para...

Él se detuvo, alzó su mirada para encontrarse con la sumisa expresión en el rostro de la joven. Se veía tan débil, tan hermosa. Besó sus labios una vez más y fue bajando por su cuerpo.

(T/N) le ayudó a deshacerse de su sujetador, sus pechos estaba al aire y el chico no desperdició un segundo y se llevó los pezones a su boca, usando su lengua al jugar con los botones. Ella arqueó su espalda y varios gemidos y jadeos salieron de sus labios.

Quería más atención, quería sentir al joven, estaba impaciente y él lo podía ver.

Le gustaba torturarla.

El de cabellos verdes movió a la chica, posicionándole y haciendo que se pusiese en cuatro, de esa manera tenía una mejor imagen de su trasero. Quería ver su expresión mientras la follaba duro, pero eso sería para la próxima, ¿no?

Dejó cálidos besos en su espalda mientras se colocaba detrás de la joven.

Se fue haciendo paso en el interior de la peli-(c/c), las paredes de la fémina le daban una cálida y apretada bienvenida al miembro del peliverde. Escuchaba a la joven quejarse levemente, trataba de ir lento, por más que quisiera dejarla inválida y sin caminar por una semana.

Posó sus manos en las caderas de la contraria y empezó su lento vaivén, se inclinó un poco y toqueteó los senos de la chica, pellizcando sus botones.

--¿Te gusta?-- Susurró con esa erótica y profunda voz, ella sentía que se desmayaría en cualquier momento. --¿Quieres que te folle duro? ¿Crees que podrás soportarlo?

Lo metía, robándole unos cuantos gemidos, con caricias de por medio, lo sacaba, volvía a introducirlo y seguía de esa manera. Hasta que la chica se iba acostumbrando al tamaño del pene del peliverde.

Las fuertes y agresivas embestidas habían comenzado, él clavaba sus uñas en las caderas de la oji-(c/o) disfrutaba la rudeza y permitía que el hombre le quitase su habilidad de caminar.

Estaba claro, no podía soportarlo. No podía con aquel pedazo de monstruo que se encontraba entre las piernas del chico.

Su vagina apretaba de forma tan placentera y deliciosa, estaba volviendo loco al peliverde, era como una adicción, quería más y más de la mujer.

Por el otro lado, ningún dildo o vibrador, ninguna masturbación que se había hecho durante las noches, se podía comparar a lo que estaba sintiendo en ese momento. Le gustaba, de hecho, le encantaba lo agresivo que el varón podía ser.

Como hacía paso en su interior y embestía sin piedad, chocando su pelvis con los glúteos de la chica, viendo como éstos rebotaban con cada choque.

El sudor era molesto, pero el calor de sus cuerpos era un lindo detalle sobre su sexo salvaje. Eran como dos animales en celo, la gentileza no era parte del vocabulario del de cabellos verdes.

Era algo diferente. Diferente a Sanji, quién era delicado, era un tipo que le gustaba el sexo romántico, sexo lento y tierno, aunque tenía sus momentos de pasión y dominación.

Y él, era diferente a él.

No tanto, él era alguien que le gustaba experimentar de todo, sexo salvaje, sexo adorable, sexo en lugares extraños.

<< Mierda... >>

¿Por qué seguía pensando en él? No importaba lo que hiciese, siempre tenía que encontrar alguna forma de conectarlo con él.

Las lágrimas amenazaban con salir, ni siquiera sabía si era por sus pensamientos o por la emoción que su cuerpo experimentaba.

Sus piernas temblaban, estaba casi en su límite y podía decir lo mismo de su acompañante, éste estaba siendo un poco ruidoso. Roncos gemidos y jadoes entrecortados salían de su boca, sus embestidas seguían siendo duras. Era impresionante que con el tiempo todavía estuviese siendo rudo.

El movimiento de caderas iban disminuyendo, las piernas de la joven no paraban de temblar, el varón sacó su miembro antes de terminar y observó a la chica acomodarse en su cama.

--Podías haber sido más gentil, ¿sabes?-- Bromeó ella, el peliverde buscó algo con que limpiarse y luego desapareció del cuarto por unos segundos.

Al aparecer nuevamente le tiró una camiseta a la oji-(c/o).

--Cierra la boca, te ha gustado.-- Replicó él al comentario.

--Nunca dije lo contrario.

Tenía una botella de sake en su mano, la cual colocó en su mesa de noche y se acostó junto a la fémina.

Podía notar el cansancio en su rostro.

Sus preciosos ojos (c/o) iban cerrándose, se veia tan linda de esa manera, su cara sudada y el rubor en sus mejillas.

--Zoro.

--¿Eh?

--Mi nombre...-- Murmuró él, sus mejillas estaban levemente sonrojadas. Se veía tierno. --Creo que nunca me presenté.

(T/N) rió suavemente.

--Zoro...

Y la noche había terminado, ella se había quedado dormida y él no podía evitar verla mientras soñaba, muy en el fondo esperando que sus sueños fueran protagonizados por él.

CONTINUARÁ...

Bajo La Luna (Sanji x Lectora x Zoro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora