9- Egoísmo

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Estiró sus brazos, notando que no tenía nada puesto aparte de una camiseta que le quedaba algo grande.

Estaba un poco confundida, la habitación en la que se encontraba no le era nada familiar. Tenía un leve dolor de cabeza y un dolor de espalda.

Escuchó a alguien caminar fuera del cuarto, frunció el ceño. Trató de moverse pero el dolor de espalda le vencía.

Los recuerdos de la noche anterior vinieron a su mente, y abrió los ojos con sorpresa, el intenso rubor pintando sus mejillas causaba una calidez en su rostro.

Aquella persona abrió la puerta, con una toalla en su cintura y gotas de agua deslizándose por su musculoso cuerpo. Era una imagen algo excitante, pero la confusión no le permitía analizar la situación.

--Oh. Despertaste.

Caminó por la habitación hasta su armario para buscar algo de ropa. Ella le veía embobada, no podía quitar su mirada de aquel dios griego, se veia tan sensual.

Lamió sus labios. Zoro notó eso.

Nuevamente, los nervios se apoderaron del cuerpo de la fémina. Desvió su mirada, avergonzada, decidió que a lo mejor era hora de irse.

--Mierda...-- Se quejó ante el inmenso dolor de espalda que no parecía desaparecer.

El peliverde le devolvió sus prendas y le ayudó un poco en ponerse su ropa. Pequeñas mariposas habitaban en el estómago de la chica. Agradeció al varón y finalmente empezó a despedirse de él.

Mientras la joven se iba, cerrando la puerta detrás de ella, Zoro sentía como algo dentro de sí estaba siendo apretado, había algo que no se sentía bien.

(...)


Había una pila de sentimientos encontrados en la cabeza de la oji-(c/o). No podía procesar lo sucedido éstos últimos días.

No había tenido una noche con una persona, sino dos. Era algo extraño, sentía que no debía haber hecho aquello, pero al mismo tiempo sentía que no debía sentir culpa alguna ya que no estaba en ninguna relación, ¿no?

Sanji era un chico amable, le gustaba su caballerosidad, él era gentil y romántico, sentía que podía ser ella misma a su lado y que él jamás le juzgaría. Amaba la forma en la que le tocaba como si fuese algo preciado, le gustaba su forma de ser. Estar con él era como estar en las nubes, era tranquilidad, su voz era atractiva. Su rostro era elegante, era varonil y dulce.

Zoro era casi lo contrario, parecía ser el tipo de persona que diría las cosas claras y directas, era distante, alguien que no habla demasiado sobre sus emociones, como si una nube de misterio estuviese alrededor de él. Pero se sentía protegida, segura. Le gustaba su rudeza, su masculinidad, lo dominante que podía llegar a ser. Era sensual, cada parte de su cuerpo.

Había tenido sexo con ambos y aun así sentía que no les conocía tanto, tal vez lo superficial, tal vez conocía sus cuerpos demasiado bien, pero no conocía sus gustos o sus talentos, su familia o amistades.

Conocía tan poco de ellos que era algo molesto.

Y no estaba segura que debería hacer ahora. ¿Actuar como si nada sucedió? ¿Seguir manteniendo relaciones con ambos? ¿Elegir un bando?

Al menos se había olvidado de cierta persona, aunque eso no duró mucho.

Tomó el marco que se encontraba en su mesita de noche, la culpabilidad inundó su corazón.

--L-Lo siento... muchísimo...

Apretó sus labios, comenzaba a odiarse a sí misma. Un poco.

O tal vez mucho.

Observó la foto de aquel joven pelinegro a su lado, abrazandole, ambos sonriendo, cuando las cosas eran más simples y fáciles, cuando ambos eran felices.

A lo mejor debía dejar de ser tan negativa consigo misma. Pero, maldita sea, era tan egoísta.

<< Lo soy... Soy egoísta... Soy muy estúpida... Maldición. >>

Las lágrimas no dejaban de salir de sus ojos, ni siquiera había notado éstas, sus manos temblaban y no había nadie.

<< Esto es lo que eres, ¿no? Necesitas a otros para estar bien... Pero, una vez te encuentras sola en tu habitación, ¿quién eres? >>

Dejó el marco en la mesita y se deshizo de sus prendas, buscó su pijama y regresó a su cama, tratando de quedarse dormida e ignorar los pensamientos en su cabeza.

<< No puedes escapar de la realidad. Tienes que aceptarlo. Se ha ido. No importa con cuantos chicos te diviertas o cuantas veces salgas con tus amigos, nada cambiará el hecho de que se ha ido. Y lo sabes... muy bien... >>

Buscó su móvil, y llamó a su amiga.

No hubo respuesta, no estaba sorprendida, eran casi las tres de la mañana.

<< Acepta la realidad. >>

(...)

--¿Quieres que te demos un rato a solas?

--Claro, gracias.-- Replicó ella, fingiendo una sonrisa, aunque el chico sabía que era un gesto falso. --Es demasiado temprano para estar socializando. Lo siento, Sabo.

--No te preocupes, lo entiendo.-- Nuevamente sintió culpa. --Si necesitas algo, Luffy y yo estaremos por allá, ¿si?

Ella asintió.

Se sentó en el césped. Frente a la tumba del varón. Suspiró profundamente.

--Bueno, te daría una gran actualización de lo que ha sucedido, pero de seguro me has estado viendo, ¿no?-- Habló la fémina. --No estoy segura de que debería hacer ahora... Me he metido en otro problema, aunque nuevamente no estás aquí para ayudarme...

El sol había decidido dejar de esconderse detrás de las nubes, era una mañana soleada.

<< Creo que me mal acostumbraste a resolver las cosas por mi... >>

La chica dejó el ramo de flores encima de la tumba frente a ella.

--Cada vez que vengo a éste lugar siento una extraña sensación, bueno, estoy en un cementerio entonces no es tan extraño, ¿sabes?-- Comenzó a decir ella, hablando cosas sin sentido y sin darse cuenta. --A lo mejor hay como demasiados espíritus alrededor mío o algo así, no me sorprendería...

Y hablaba y hablaba.

<< Es como si estuviese quedando loca, pareciese que estoy hablando sola... >>

--Supongo que hablo demasiado cuando estoy en confianza... Tantos años que estuve juntos ti, y aunque no estés aquí todavía confío en ti...-- Lágrimas, de nuevo. --Sé que me escuchas, ¿no es así, Ace?

CONTINUARÁ...

Bajo La Luna (Sanji x Lectora x Zoro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora