Epílogo

430 47 14
                                    

Dos Años Después...

Delicadas caricias terminaron despertando a la joven que dormía plácidamente en los brazos de cierto varón peliverde, aunque no era él quien se encontraba recorriendo su espalda con la yema de sus dedos.

Se vio obligada a abrir sus ojos para encontrarse con la mirada nerviosa del chico de cabellos rubios, quien se sentía algo mal por haberle despertado.

--Lo siento, tu espalda se veía tan suave que mis manos no se pudieron resisitir.-- Se excusó, sonriendo cómo un ladrón orgulloso de su crimen.

Ella se acomodó y le dio la espalda al joven peliverde, rodeó el cuerpo del ceja rizada con sus brazos y se refugió en la calidez de su piel. Él dejo algunos besos en su frente y cabeza, mientras la fémina hacía un esfuerzo en despertarse por completo, pues esa mañana su cuerpo no quería despegarse de la cama.

Pero tenía un día algo ocupado y se obligó a levantarse y caminó hacía el baño, dejando al rubio con un vacío en sus brazos.

Tomó una fría ducha para despertar su cuerpo y salió temblando, mientras se preparaba para un día ocupado. Su plan era ir al gimnasio junto a uno de sus novios durante la mañana, después de eso no estaba muy segura el qué haría.

Ahora que lo pensaba, no estaría demasiado ocupada.

Un rato después, se encontraba caminando en silencio junto a su novio, Roronoa Zoro, quien disfrutaba de la frialdad de la mañana. Él era el tipo de persona que le gustaba muchísimo dormir, pero se encontraría despierto a las seis de la mañana.

Esperaban el tren hasta que la fémina se dio cuenta de algo, el peliverde alzó una ceja algo curioso al verla levemente molesta, buscaba algo con desesperación en su bolsa.

--¿Qué sucede?-- Terminó preguntando, viendo la expresión de decepción en ella.

--Me he olvidado mis auriculares...-- Dijo aquello con la diminuta esperanza de estar equivocada, pero no fue así y terminó suspirando.

Irían de vuelta a casa para conseguir los auriculares de la joven, pero el tren había llegado.

--Podemos tomar el siguiente tren si quieres.-- Ofreció él, pero ella tomó su muñeca y le guió hacia el tren, suspirando y tratando de calmarse.

Ir al gimnasio sin auriculares era cómo ir a una fiesta sin comida o alcohol, al menos eso pensaba la peli-(c/c), ya que la música era lo que más le motivaba durante su entrenamiento. Aunque decidió seguir con el día y concentrarse más en el sudor y esfuerzo.

Mientras entrenaba, se tomaría unos segundos para buscar al peliverde con sus ojos con el fin de apreciar su cuerpo musculoso, olas de excitación recorrían en su cuerpo y trataba de enfocarse en lo suyo.

Unas cuantas miradas de reojo no serían una gran problema, ¿verdad?

Dos horas después, ambos jóvenes habían terminado con sus rutinas y decidieron irse a casa. Usualmente cada uno entrenaba lo suyo, significando que no entrnaban juntos, algo que Zoro apreciaba más o menos ya que de esa forma se concentraba en su rutina, pero al mismo tiempo se daba cuenta de las miradas ajenas que se posaban en su bella novia.

Tal y como esa mirada de un hombre desconocido que le seguía viendo a la chica, ésta no se daba cuenta ya que le estaba hablando al peliverde, pero él había notado aquellos ojos.

Bajo La Luna (Sanji x Lectora x Zoro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora