Rindiéndose Poco a Poco

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No tengo ni una mísera gota de sueño y el despertador ni siquiera ha sonado todavía

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No tengo ni una mísera gota de sueño y el despertador ni siquiera ha sonado todavía. Con un prolongado suspiro, me obligo a salir de la cama y me dirijo al cuarto de baño para darme una ducha. Me espera un día largo en Lusso, así que más me vale ponerme las pilas. No he dormido una mierda y he decidido totalmente ignorar el motivo o más bien el nombre del motivo.

Voy a estar todo el día de pie, deambulando por el complejo para asegurarme de que todo está bien, de modo que me pongo unos pantalones negros gastados (me niego a tirarlos), una camiseta blanca opaca y unas zapatillas. Dudo que tenga tiempo de venir a casa, así que me preparo una minimaleta con todo lo que necesito para ducharme en el Lusso después. Saco una funda para trajes, meto en ella mi traje negro y lo estiro bien con la esperanza de que no se arrugue. Por último, agarro los zapatos negros y compruebo que en el maletín de trabajo tengo todo lo que voy a necesitar en el edificio. Va a ser una pesadilla cargarlo en el metro, pero no hay más opción, ya que un tipo impetuoso y arrogante sigue teniendo mi coche secuestrado. Felix deberá llevarse a Margo para su viaje.

Cuando bajo la escalera, veo las llaves de mi coche en el felpudo de la entrada. Parece que el tipo ha entrado en razón y ha liberado mi Mini.

¿Habrá decidido al fin dejar de perseguirme a mí también? ¿Habrá captado ya el mensaje? Es posible que sí, porque no ha vuelto a llamarme ni a escribirme desde que anoche se fue echando humo. ¿Estoy decepcionado? No tengo tiempo de planteármelo.

ㅡ ¡Me voy! —Le grito a Felix— Ya tengo el coche.

Él asoma la cabeza por la puerta de su taller.

— Genial. Que te vaya bien. Me pasaré después para beberme todo ese prosecco tan caro.

— Perfecto. Hasta luego

Me apresuro hacia el coche y me detengo al ver un celular barato hecho pedazos en medio de la acera. Sé quién lo ha tirado ahí. Lo meto de una patada en la alcantarilla y continúo hasta mi vehículo. ¡Qué alegría haberlo recuperado! Guardo las cosas en el maletero, me meto en el asiento del conductor y me encuentro sentado a kilómetros del volante.
Me río y echo el asiento hacia adelante para llegar a los pedales con los pies. Arranco el motor y casi muero de un infarto cuando Blur empieza a sonar a todo volumen por los altavoces. Joder, ¿es que ha empezado a quedarse sordo? Bajo la radio y vacilo al asimilar la letra de la canción. Es Country House. Lucho contra la parte de mí que quiere reírle la broma y extraigo el CD. Creo que no me había cruzado con nadie tan presuntuoso en la vida. Cambio el disco por una sesión «chillout» de Ministry of Sound y parto hacia el Lusso.

Al llegar al Lusso, muestro el rostro a la cámara y las puertas se abren de inmediato. Aparco y, mientras saco mi maletín de trabajo del maletero y me dirijo al edificio, veo que el servicio de catering está descargando vajillas y copas. He estado aquí miles de veces, pero me sigue fascinando su lujosa magnificencia.

Al entrar en el vestíbulo diviso a Mir, uno de los conserjes, jugueteando con el nuevo sistema informático. Forma parte de un equipo que proporcionará un servicio similar al de un hotel de seis estrellas, se encargará de cosas como hacer la compra, adquirir entradas para el teatro, alquilar helicópteros o reservar mesas en restaurantes. Avanzo por el suelo de mármol, pulido hasta la perfección, y me dirijo hacia el mostrador curvo de la conserjería de Mir.

Solo Mío | ChanSungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora