Olvidado

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Entro prácticamente a rastras por la puerta principal, agotado y exhausto

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Entro prácticamente a rastras por la puerta principal, agotado y exhausto. Felix está en la cocina fumándose un cigarrillo en la ventana.

ㅡ Tienes que dejar esa mierda —le digo con desprecio.

No fuma mucho, sólo un par de vez en cuando, pero es un mal hábito de todas formas.

Le da una última calada y lo tira por la ventana antes de bajarse rápidamente de la encimera.

— Me ayuda a pensar —se defiende.

Sí, siempre que lo descubro fumándose un cigarro a escondidas me viene con el mismo cuento. Ahora se supone que debería preguntarle en qué está pensando, pero ya sé la respuesta a la pregunta.

— ¿Y el vino?

Me quita el maletín, lo abre del todo y me mira con disgusto. He cometido un pecado capital: se me ha olvidado el vino.

Me encojo de hombros. Tenía la cabeza en otras cosas.

— Lo siento.

— Voy a la tienda, tú cámbiate. ¿Te apetece cenar pollo y patatas?

Agarra la billetera de la mesa mientras mete los pies en las chanclas.

— Sólo patatas.

Recorro el pasillo hasta mi habitación. Estoy completamente desanimado.

Me siento con Felix en el sofá y picoteo patatas fritas de mi plato. No tengo nada de hambre y apenas presto atención a la televisión. Tengo la cabeza hecha un lío y estoy furioso conmigo mismo por permitirlo.

— Venga, escúpelo —me exige Felix.

Vuelvo la cabeza hacia mi temperamental amigo con una patata frita a medio camino de la boca. Soy un idiota por pensar que iba a poder disfrutar en paz de mi taciturno estado de ánimo. Me encojo de hombros para indicarle que no estoy de humor para hablar, me meto la patata en la boca y la mastico sin ganas. Hablar de ello sería como admitir que estoy así por eso, y por «eso» me refiero a un hombre.

— Él te gusta.

Pues sí. Me gusta. Y no quiero que me guste, pero así es.

— Sólo me traerá problemas. Ya lo has visto hoy —refunfuño.

En un alarde de dramatismo, pone los ojos en blanco y se deja caer sobre el respaldo del sofá.

— Lo has dejado plantado por tu ex novio. —Deposita el plato en la mesita de café que tenemos delante del sofá— Jisung, ¿qué esperabas?

Lo miro con el ceño fruncido.

— Él no sabe por qué lo he dejado plantado. Sólo sabe que no he aparecido.

— Bueno, entonces está claro que no le gusta que lo dejen plantado —ríe— Por cierto, estoy muy enojado contigo.

De repente se pone muy serio.

Solo Mío | ChanSungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora