Insaciable

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ㅡ ¿Estás bien? ㅡme susurra al oído

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ㅡ ¿Estás bien? ㅡme susurra al oído.

— ¿Me está permitido hablar?

Christopher hace presión hacia adelante y me aprieta el hueso de la cadera, lo que provoca que dé un respingo sobre la encimera de la isla.

— No seas listillo.

— Estoy bien, y bien jodido —suspiro.

— Jisungie, por favor, vigila esa boca —me advierte. Levanta los brazos y los deja caer sobre los míos; los acaricia con suavidad de arriba abajo.

— Pero es verdad. —Nunca me habían tratado así, aunque ha sido increíble.

— Ya, pero no hace falta que hables así. Odio que digas malas palabras.

Frunzo el ceño para mis adentros.

— Tú también lo haces.

— Yo sólo los digo cuando cierta persona me saca de mis casillas.

Suspiro con resignación.

— Está bien.

Permanecemos tumbados, saciados para una eternidad, mientras recobramos el aliento. Estoy clavado bajo su cuerpo pesado y aplastado contra el granito. Agradezco el frío en la mejilla y observo que mi aliento cálido empaña la brillante superficie. Estoy alejado de la realidad y ahogándome en un torbellino de sensaciones. Me siento exhausto, física y emocionalmente, y todavía más perdido que antes.

— Christopher.

— ¿Uhhm?

— ¿Cuántos años tienes? ㅡ es una pregunta que ha rondado mi mente por muchos días.

Él me aprieta los brazos.

— Veintidós.

Pongo los ojos en blanco. Si él tiene veintidós años, yo soy la reencarnación de la madre Teresa. Sonrío para mis adentros. Después de lo que acaba de pasar, eso es poco probable. Noto que empieza a moverse, y una sensación de vacío se apodera de mí cuando su gran miembro sale de mi cuerpo. Se inclina hacia adelante, me besa la espalda y empieza a separarnos, apartando gradualmente su piel de la mía. Tengo frío.

— Ven aquí —susurra al tiempo que me agarra de la cintura. Me fijo en que ya no lo hace de las caderas.

Coloco la palma de la mano sobre el granito y me incorporo con ayuda de su lenta persuasión. Joder, es como intentar despegar el yeso de una pared. Cuando por fin logro separar el cuerpo de la barra de desayuno, me vuelvo hacia él. Abro los ojos de par en par al ver que vuelve a estar duro. ¿Ya? ¡Si yo estoy agotado!

Me coloca sobre la encimera y se abre paso entre mis muslos, me coge los brazos, se los coloca sobre los hombros y vuelve a agarrarme de la cintura.

Me estudia los ojos.

Solo Mío | ChanSungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora