Malas Decisiones

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A la mañana siguiente, inicio la jornada laboral estrepitosamente mal, y lo digo de manera casi literal

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A la mañana siguiente, inicio la jornada laboral estrepitosamente mal, y lo digo de manera casi literal. Acabo tirado en el suelo de madera, rodeado de cajas, y Yuna corre hacia mí con el horror reflejado en su cara.

ㅡ Madre mía, ¿estás bien? —Se agacha para ayudarme a levantarme y me alisa los pantalones negros ceñidos al cuerpo antes de pasar a la camisa — Lo siento muchísimo. Iba a llevarlas al almacén.

Revolotea a mi alrededor como una mamá gallina, barboteando sobre libros de salud, de seguridad y de prevención de accidentes.

— Yuna, estoy bien. ¡Quítame las manos de mi pecho!

Al instante, retira de las manos nerviosas entre risitas.

— ¡Qué pecho tan fornido tienes!

Sonrío irónico ante el cumplido de Yuna, se a clara conciencia que no tengo un cuerpo fornido, creo que Yuna moriría si tocara a Christopher- maldición me golpeo mentalmente por pensar nuevamente en él.

— ¿Qué hay en esas cajas? – pregunto tratando de olvidarme de ese fornido hombre que me tiene loco.

— Muestras. Lia recibió la entrega. Lo lógico sería que las hubiera guardado en el armario. Esa chica es una inútil —protesta.

Rastreo la oficina y veo a Lia peleándose con la fotocopiadora. La verdad es que vive en su propio mundo.

— Buenos días —oigo cómo saluda Yeji antes de verla— Yuna, no pienso volver a salir contigo —le recrimina mientras se sienta en la silla.

Las miro a los dos y me quedo esperando una explicación, pero parece que ninguna está dispuesta a dármela.

— ¿Qué pasa? —pregunto.

Yuna se encoge de hombros con expresión de culpabilidad y Yeji inspira hondo para empezar a detallar sus quejas punto por punto:

— ¡Volvió a dejarme tirada! —exclama, y dirige a Yuna una mirada acusadora.

Dejo el maletín junto a mi mesa y observo a Yeji mientras lanza todo tipo de acusaciones a Yuna, que parece sentirse muy culpable.

— No vuelvas a pedirme que salga contigo en la vida —espeta, y la señala con el bolígrafo— ¡El viernes te largaste con el científico y anoche ni siquiera tuviste la decencia de irte a casa con el mismo hombre!

— ¡Yuna! —Exclamo con sarcasmo—. ¿No decías que el científico era tu alma gemela?

— Puede que aún lo sea —se defiende con un tono de voz muy aguda— Sólo estoy probando muestras antes de decidir en qué debo invertir.

Yeji resopla y gira su silla para darle la espalda. Con mucho cuidado, apoyo el culo sobre el asiento suave y acolchado de la mía, que en estos momentos me parece de hierro, y hago una mueca de dolor. Saco el celular del maletín y veo que tengo un mensaje de Felix.

Solo Mío | ChanSungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora