Llegamos al Capitolio a la mañana siguiente, un mundo totalmente diferente a los distritos, al llegar y ver a las personas que por décadas nos han mandado a morir solo pude sentir repugnancia.
Cambien esa cara, deben caerles bien para conseguir patrocinadores, así que sonrían y saluden. - Dijo Queenie con su enorme sonrisa de siempre mientras se acercaba a una ventana del tren -
Tanto Tobias como yo también nos acercamos, miles de personas del Capitolio viéndonos emocionados, así que hicimos lo que dijo Queenie, fingimos y los saludamos.
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Cuando bajamos del tren noté que todos en el Capitolio se morían por el señor Odair, todos en el distrito sabíamos que era muy famoso y querido en el Capitolio, pero como no, si aparte de ser muy atractivo siempre tenía una actitud muy agradable.
Después de eso nos separaron de nuestra escolta y nuestros mentores; nos llevaron a unas habitaciones donde nos bañaron, depilaron, entre otras cosas que fueron bastante incómodas.
Después me dejaron en una habitación completamente sola, poco después escuché que alguien entraba y me levanté; pude ver a una mujer alta, de tez morena, cabello negro con puntas rosas, un maquillaje un poco elaborado y una vestimenta bastante decente para venir del Capitolio, pero eso sí, muy elegante.
Nashira O'Brien, ungusto soy Crystal Raeken y seré tu estilista. - Habló mientras me daba una sonrisa corta -
Tú eres quien me va a disfrazar de pez? - Pregunté a la vez que Crystal reía -
No, no te voy a disfrazar de pez, lo que tengo en mente te encantará, eso espero al menos. - Crystal se acercó y comenzó a inspeccionar mi figura para después sonreír - Te encantará, y además resaltará tu belleza.
Gracias. - Le dije, mientras ella solo negaba con la cabeza -
No me agradezcas, me parece una forma de decirme que estoy de acuerdo con el Capitolio, y aunque no lo parezca no es así, odio esto tanto como los tributos. - Dijo Crystal, realmente creí que sería como todos en el Capitolio, me equivoqué -
Después de esa extrañamente agradable charla, Crystal se puso manos a la obra y al igual que sus ayudantes se pusieron a vestirme y maquillarme; no pude ver hasta el final, solo sentía como las prendas se colocaban en mi cuerpo, después de un rato terminaron.
