CAPITULO VI

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Mi nueva manada parecía estar llena de energía.

Nadie se quedaba mucho tiempo en el mismo lugar, aunque sea para dar la vuelta alrededor del resto de la gente de la misma... ¿celda, almacén, bodega? No sé cómo nombrar al lugar en el que me metieron con el resto de los pecadores, pero escuché entre la multitud llamarle "la caja", seguramente por su forma cubica perfecta. Sin ventanas o puertas, me recordaba bastante a una de las Cámaras de Castigo con el mismo color gris pero con mucha más luz que ese rincón del Infierno, literalmente. Pero también me hizo recordar las tijeras que desgarraron mi muslo izquierdo y el cuchillo dentro de mi estómago. El dolor de ahora puede ser mental pero se siente lo suficientemente real como para impedirme caminar sin encorvarme.

Lucius, el pecador que me recibió amablemente a pesar de su apariencia amenazante, me toma del hombro y empujo la espalda para alinearla. Nuevamente mi columna truena y suelto un quejido por la incomodidad en todo mi cuerpo.

-Tal parece que el Sr. Dos sigue haciendo honores a su reputación. Tuviste suerte de desmayarte a la mitad de la tortura, una vez hizo que un marcador de vacas al rojo vivo me marcara el cuello. - decía soltándome después de arreglar mi espalda.

-"El más despiadado torturador del Infierno"... ¿quién podría honrarse de llamarse de tal forma? -

-No lo sé, tal vez... la Vanidad en persona. - se rió declarando la verdad, el desquiciado del Sr. Dos es otro pecado capital al igual que mi pésimo encargado de bienvenida el Sr. Uno que decía ser la Pereza. Eso respondería el ego que tanto presumía con sus sádicos castigos.

-Por el amor de Dios... no me hagas sentir peor. -me reí por primera vez desde que desperté, realmente necesitaba soltar la presión con una charla amigable.

-Lamento que estés aquí, pero lo mejor es adaptarse. Cuando llegué, alrededor de unos cuantos años, no me quedé pensando mucho tiempo sobre mi vida antes de morir. No creo que haya sido muy agradable por lo que fui a parar en esta Caja. - hablo usando el mismo acento extranjero al que estaría acostumbrado, sonaba seguro de lo que decía como si se hubiera resignado... no, había otra razón por la que habla de esa manera y no es la decepción.

No quise tocar fibras sensibles y proseguí con la conversación:

-Así que... una vez a la semana en las Cámaras de Castigo, recuperas un recuerdo y ya es tarde para preocuparme de morir de hambre, eso lo entiendo. ¿Qué hacen el resto del tiempo? Vi un bar y cosas por el estilo hace un rato, me gustaría un trago en este momento. - digo sinceramente, porque la única forma que encuentro posible conciliar el sueño y dar por terminado el primer día del resto de mi muerte sería un trajo gigante de ron en las rocas.

Lucius vuelve a sonreír y me da una nada controlada palmada en la espalda que casi me derrumba, en comparación con mi nuevo amigo, yo parecía alguien bastante diminuto. No como un debilucho pero su cabello oscuro, a comparación del mío que es corto y castaño, resaltaba todavía más su apariencia amenazante.

- ¿Recuerdas que, hace algunos minutos, todos estábamos haciendo un escándalo mientras nos empujábamos unos a otros? Es que la asistencia a esos lugares es por turnos y cuando se abrió el agujero por donde saliste... creímos que nos tocaba hoy. Por eso el mal humor de todos cuando no nos trajiste siquiera un recuerdo bueno que remplazara nuestra emoción. - con eso volvió a deambular junto con el resto de los pecadores.

Mi amigo no parecía ser alguien que mereciera ser enviado al infierno, a menos que se arrepintiera y aprendiera a ser amable con los nuevos. Es obvio, por lo que me dijo el Sr. Uno, que jamás podríamos salir de aquí aunque nos retractáramos de nuestros errores. Ya era demasiado tarde... ¿no?

Tengo la mala costumbre de tener el eco del mugroso guía en mi cabeza, pero a pesar de mi desagrado, debería pensar con lógica todas y cada una de las situaciones que pasé con él. Podría estar a punto de descubrir algo bastante interesante. Algo que no quiere que sepamos.

"... estarás condenado por el resto de la eternidad... y sin esperanza alguna de ir al cielo..."

Pareciera que recalcaba demasiado aquellas condiciones, como si quisieran convencernos de ello. También mencionó que hubo intentos de fuga. ¿Cómo escapar del Infierno? ¿Es realmente posible? Si alguien obtuvo la forma de volverse contra los Pecados Capitales e intentar salvar su alma... es porque podría haber la mínima brecha entre la condena eterna y el ser libre.

No planeo conformarme y quedarme el resto de los tiempos sufriendo en este basurero. Estoy decidido a aprender lo suficiente para resolver el misterio de cómo salir del Infierno. Pero, como es frecuente, mis ideas son interrumpidas por una nueva oleada de gritos y empujones a mi alrededor. Localicé a Lucius con la mirada y le grite lo más claro posible para averiguar por qué la euforia de todos.

-Tú si tienes suerte, Joan. ¿Querías un trago?- señala a la pared de la Caja y encuentro una abertura al salón del bar, toda la multitud me arrastró hacía allá y caí rendido bajo la mayor vergüenza que pase desde mi llegada: el brindis de bienvenida.

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