CAPITULO X

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—Me alegro que hayas considerado mi propuesta, Joan...— Josh suena calmado, pero al ver la fuerza del agarre entre sus manos se notaba de que no estaba del todo complacido al verme acompañado de Lucius.

La sala de estar era bastante parecida a la idea que podía imaginar de una cabaña rustica de madera pero bastante amplia donde alcanzan a caber la centena de pecadores para dormir cómodamente, sentarse frente al fuego y, sorprendentemente, compartir una charla pacifica donde relataban sus recuerdos unos con otros. No los culpo, el lugar donde nos encontramos inspiraba quietud y seguridad al igual que un abrazo confortante sobre las fechas de Navidad. Eso me hace pensar que es el lugar perfecto para negociar con O'Reilly acerca de sus prejuicios contra mi amigo y averiguar qué "proyecto" tiene preparado para mí.

—Bueno, seré sincero contigo. No sé para qué me puedes utilizar en cualquiera de tus planes si soy el más nuevo en llegar a la Caja, casi no tengo recuerdos y sigo sin saber absolutamente nada acerca del Infierno aún. Si me quieres para ser parte de tu sequito de admiradores, olvídalo. — fui franco al estar sentado sobre una silla de madera tallada y un cojín bastante cómodo, frente a él en solitario a excepción por Lucius a mi derecha.

— ¿Has oído el dicho "Más vale el diablo por viejo que por diablo"? Yo no creo en eso... — dijo casi recuperando la compostura—No quiero a otro experto en el Infierno mientras me tenga a mí, solo quien me apoye con ciertas habilidades como las tuyas y que, al final, podamos irnos todos con una ganancia. —

El fruncir de sus labios pasa casi desapercibido, al parecer él ha tenido que ponerse en situaciones similares durante su vida. No pasa mucho tiempo antes de que responda con algo digno de su muy conocida reputación.

—Lo que busco, al igual que todos aquí es una forma de sobrellevar el pasar el resto de la eternidad en un lugar donde la desesperanza y el dolor son tan cotidianos como respirar. — deja salir un suspiro poco acostumbrado, ya había dejado de respirar por consecuencia su vasta experiencia como pecador, así que no te trago el cuento del tipo estresado —Como tu amigo debió haberte contado ya... he entrado en las Cámaras de Castigo más que cualquiera de los que ves aquí y eso que llegue hace solo un par de años. Me forcé a aprender a cómo sobrevivir, conseguir recuerdos y ganar conocimiento que me sirvan para sentirme cómodo, a salvo, conseguir favores y, entre ellos... algunos secretos. —

Observaba cada gesto facial que Josh hacia y, de vez en cuando, veía a Lucius para verificar que lo que decía fuera verdad. Al oír la palabra "secretos", algo cambió en la voz de O'Reilly... no sólo había sido verdad, sino que pareciera algo a lo que él le temía saber.

Lucius fue el siguiente en hablar: — ¿Con qué secretos? ¿Por eso haz atemorizado a todo mundo...? ¿A quién le importa saber quién de nosotros estudió la primaria contigo y se cagó en los pantalones durante la clase? — obviamente el comentario no iba al caso, pero como había acordado antes con mi amigo, debíamos ir al grano del asunto antes de que O'Reilly empezara con sus jugarretas para convencernos con halagos y acertijos.

—Si serás idiota además de marica... ¡seguro por eso te mataron, porque no pudiste conservar la boca cerrada mientras anunciabas como tu novio te había abierto el trasero! — dijo directamente a Lucius con afán de hacerle a un lado de la conversación.

—¡Basta, Josh! Lucius es mi socio ahora y si me quieres dentro de tu esquema... vas a tener que acostumbrarte a verlo junto a mí. — Paré la pelea antes de que empezara —Dinos acerca de los secretos que conoces y qué tiene que ver conmigo o me largo de una vez por todas. —

Parece retomar la calma tomando un largo respiro innecesario, sin duda uno de sus talentos era conservar el control para llegar al fin que quiere que se cumpla. Él me necesitaba e iba a hacerlo resignarse bajo mis términos y condiciones. Entonces se volvió la mirada fija hacia mis ojos y continuó con la explicación.

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