Do you wanna see a magic trick? [Completo]

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Hace mucho tiempo atrás, cuando los dioses le prestaban sus poderes a los humanos y bajaban a visitar la tierra. Existió un Dios, un inmortal de la chatarra, a pesar de su nombre particular, este ser era muy poderoso, nadie podía vencerlo, ni el dios más audaz ni el más vil demonio. Cuentan que este celestial vagó por el mundo durante 800 años, sufriendo penurias, dolor, enfermedad, tristeza, hambre y todas las desgracias humanas. Todo esto no lo convirtió en un ser lleno de maldad, sino que todo lo contrario.

Un día esta alma bondadosa se topó con un fantasma, una calamidad que muchos nombran como signo de desgracia. Lo llamaban lluvia carmesi porque al caminar dejaba un rastro de lluvia sangrienta y flores del mismo color. Nadie nunca supo el origen de esta criatura, muchos contaban historias de que era un demonio que nació del odio puro, y que la dorada cimitarra que cargaba con él era un espíritu hambriento de sangre, ya que estaba forjado con más de 3000 vidas. Otros afirmaban que se trataba de un amante que había perdido a su amada, ya que vestía un traje rojo y dorado, y caminaba solitario con un paraguas rojo, buscando proteger a alguien invisible. 

De forma inesperada, estos seres opuestos cruzaron caminos, los hilos rojos atados a sus meñiques saltaron con ese roce. De ellos nació un amor tan puro, tan fuerte y mágico. Pero, la tragedia no dudaría en tocar la puerta. Es poco probable que lo sepan, pero la única debilidad de un fantasma son sus cenizas, a pesar de eso ambos amantes se despojaron de toda protección al estar unidos. La calamidad sacrificó su poder y le entregó a la divinidad sus cenizas, formando un anillo que el otro portaba, todo para liberarla de la maldición que la hizo sufrir durante cientos de años. Una promesa marcó su adiós, el dios esperaría el regreso de aquel demonio. Pues mientras los hilos de sus manos se mantuvieran unidos nada los separaría.

La divinidad esperó durante muchos años en un templo pequeño y abandonado. Sin embargo, ese día de encuentro jamás llegó. Una historia de mil años que poco a poco fue olvidada, nadie sabiendo ya el porqué de su espera. Lo único que permanecía en la memoria era la trágica imagen de alguien anhelando el retorno de alguien.

[...]

Las linternas del festival alumbraban el cielo nocturno. Xie Lian ya había sido un espectador de aquel espectáculo innumerables veces, pues yacía en una espera interminable Este día era especial, pues podía distinguirlo de otros por las luces que se balanceaban en el cielo. Sus ojos anhelantes miraban el paisaje desde la puerta del templo Puqi, su mente no podía evitar flotar perdiéndose en las divagaciones de su cansada consciencia. Pues en estas fechas fue cuando conoció a un pequeño niño, sucio, maltrecho y feroz, que le regalo una preciosa flor. Ese mismo pequeño fue su salvación y acompañante durante mucho tiempo. Como un soldado, una pequeña bola de luz, un fantasma enmascarado, como una calamidad y un amante. Permaneció a su lado viendo cada parte de él, desde la más amable hasta la más repulsiva. Su mirada no evitó posar en su mano, un hermoso hilo rojo atado en su dedo. — ¿Cuándo volverás...? — Un susurro tranquilo, como si la persona que tanto buscará estuviera a su lado.

Xie Lian se había prometido así mismo ser paciente, pues su amado lo había esperado durante 800 años, así que con el pasar del tiempo se iba diciendo que seguiría esperando, sin importar cuánto tiempo pasara. Aunque las memorias se desvanecieron y la historia se olvidará, él se aferraba a la promesa y a la esperanza de que algún día su amado regresaría.

En medio de la multitud y las linternas que iluminaban el cielo, Xie Lian se sentía solo pero decidido. Aunque el tiempo pudiera desgastarlo, su devoción permanecía intacta. Esperaba con paciencia, sabiendo que aquel hilo rojo invisible aún los unía, aunque fuera en espíritu.

Y así, en medio de la oscuridad y la incertidumbre, el Dios de la chatarra continuó esperando, como un faro solitario en la noche. Quizás algún día, en algún festival de luces, el destino los reuniría de nuevo y la promesa se cumpliría.

Mientras tanto, Xie Lian se repetía una y otra vez: "Él volverá pronto solo tengo que seguir esperando", alzo su mano y al observar su dedo notó que el hilo rojo ya no estaba más. Desvío su mirada y actuó como si esto fuera un hecho irrelevante.

Con el paso del tiempo, las décadas se convirtieron en siglos y los siglos se acumularon hasta llegar a más de mil años. Sin recibir respuesta alguna, Xie Lian no dejaba de esperar. Los paisajes cambiaban, las ciudades se volvían de concreto y los colores de la naturaleza se desvanecían, al igual que los dioses que poco a poco iban desapareciendo. Presintiendo su inevitable destino Xie Lian escribió en una de las paredes de aquel lugar donde había esperado milenios, "Te espere mucho tiempo, es hora de buscarte". Así que, de manera simple y nada violenta el dios de la chatarra se desvaneció. Una existencia de miles de años, terminó así. 

[. . .]

Bueno, así acabo este pequeño corto que no tiene que ver con la historia principal pero igual lo publiqué y estuve un poco dudosa de ponerlo pero esto no hace nada de daño a nadie así que... 

Muchisimos años después, un joven pasaba por allí, vistiendo un uniforme escolar algo desordenado se quedó observando una construcción caía y destrozada, sin razón alguna tuvo la intención de acercarse y asomar la cabeza. No fue una sorpresa que el lugar se encontrará vacío, sin embargo, esto causo una emoción desconocida al chico, no se alejó del lugar ni buscó a uno de los profesores que lo acompañaban en aquella incursión. Comenzó a mirar a su alrededor, nadie apareció.

De pronto escuchó una voz, — ¡¿Hay alguien por aquí?! ¡Necesito ayuda! — el chico caminó y luego aceleró sus pasos hacia donde podía escuchar la voz provenir. No hubo caminado más que unos metros, cuando encontró una pequeña empinada llena de vegetación, observo la silueta de alguien, un chico yacía sentado en el suelo, aunque no parecía herido era muy extraño que no se levantará, teniendo en cuenta que le había pedido ayuda... 

Sin pensarlo mucho bajó la pequeña colina empinada usando toda la agilidad que poseía. A lo lejos pudo observar a un joven una de sus piernas estaba atorada entre unas raíces. Al mirarlo una extraña emoción invadio su corazón, pero no era la misma al encontrar aquella construcción vacia, sino todo lo contrario.

Al parecer el joven en el suelo también sintió algo similar, ya que también observo al otro con cuidado. De repente quiso llorar, tragó saliva y no pudo evitar exclamar. — ¡Finalmente estás aquí! — Estaba esperando a alguien que pudiera ayudarlo a desatorar su pierna, pero no pudo evitar sentir que esas palabras tenían otro significado.

Eso es todo amigos, ahora sí la siguiente actualización es sobre la historia principal.  

El Basurero y el Narco [Hualian AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora