Hermes

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Y listo, comenzamos con el primer pedido, la verdad van a ser escritos con forme tengamos inspiración Anónimo y yo. Apenas terminé este y ya ando trabajando con uno de Apolo que también promete.

Espero les guste, disfruten!




-Y con eso terminamos los pendientes del día de hoy -anunció Hermes cerrando su libreta y mirando su reloj, ya habían pasado unas cuatro horas.

¿Cómo estaría?

-Llevas un buen rato viendo la hora, ¿algo que te preocupe?

-Nada de eso, señor Zeus -respondió.

-Bien, por el momento me retiraré, estoy cansado de estar encerrado aquí todo el día.

-Entendido. En ese caso yo también me retiro -se excuso dandole una reverencia y caminando hacia la puerta.

-Hermes -lo llamó Zeus dandole la espalda.

-¿Sí, señor?

-Si juegas hasta el extremo con tus juguetes, se pueden romper y creeme que lps gritos se escuchan hasta mi habitación.

-Me temo que no sé a qué se refiere.

-Yo creo que sí lo sabes, pero anda, vete.

-Gracias -respondió y salió mientras se aflojaba la corbata.

Con calma camino hasta su habitación, solo parando por una jarra de agua fría en la cocina. En cuanto estuvo frente a su puerta, agudizo su oído, escuchaba un muy ligero quejido, tal vez Zeus sí tenía razón y podía oirlos.

Asegurandose de que nadie lo veia, abrio la puerta y se deslizo dentro con mucho sigilo, solo para disfrutar la vista de lo que había sobre su cama.

-He regresado -anunció.

La chica levantó la cabeza y trató de moverse, pero los amarres en sus brazos y piernas se lo impedían.

-Vaya, ¿te sientes bien?

Ella negó, a lo que Hermes rió.

-Desde aquí no me parece que te la hayas pasado mal -repuso sentandose en el borde de su cama y mirandola.

Esa mañana, antes de que Hermes abandonara su habitación, la había inmovilizado de brazos y piernas para después dejarla sentada sobre una almohada con un vibrador a máxima potencia apoyado en su clitoris.

Sobraba decir que la almohada estaba empapada de sus fluidos, prueba de que se había corrido más de una vez.

-¿Quieres un descanso? -le preguntó, ella asintio-. Bien, te lo daré -respondió.

Quitandose los guantes que llevaba, se acerco a su intimidad y luego dr acariciarla, para comprobar que estaba muy sensible, le quito el vibrador y lo aparto, al igual que la almohada, despues la desamarro de los pies y al final corto las ataduras de su brazos, provocando que cayera contra la cama.

La chica con manos temblorosas fue a la mordaza que tenía en su boca y trato de soltarla, pero no podía, así que Hermes la ayudó.

-¿Aprendiste la lección? -le preguntó mirandola directo a sus ojos celestes.

-Sí... -susurro ella con una voz rasposa.

-¿Cuál es?

-Siempre te obedecere -se obligo a pronunciar.

-Bien, eso, buena chica -la felicito acariciando su mejilla-. Entonces, para la próxima que te diga que no te corras, no lo haras, ¿verdad?

-Lo juro...

Noches con los Dioses (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora