Intento pensar nada para dormirme pronto y funciona, tan solo dejo que mi cuerpo descanse.
Mis sueños son tranquilos, lo que me despierta y arranca del sueño es una mano que pasa por mi cabello una y otra vez. Abro los párpados y me encuentro con los profundos ojos cafés de mi padre, Emilen. En su rostro afeitado apareció una sonrisa y no quise quitarle la mano de mi cabello ni decirle nada, por mucho que me molestara el roce consecutivo de su mano en mi cabeza.
– Hija, ¿qué fue lo que pasó? –dice mi padre-– Me hiciste pasar un susto tremendo.
"¡Está más viejo!" chilló. "Es porque se afeitó, idiota" contesto. Cuando mi padre tiene barba, en vez de verse viejo como las demás personas, se ve más joven.
–Eh, no lo sé –digo– Cuéntame lo que sabes, por favor –pido. Él frunce el ceño, pero no me lo niega.
–Cómo era... ¡Ah! Primero escuché un "¡No!" que me hizo saltar mientras dormía. Me asusté mucho, pensé que tal vez había entrado un ladrón a tu habitación, porque logré reconocer que el grito provenía de ti. Entonces tomé un cuchillo de la cocina, porque no sabía con qué me podía encontrar.
"Tu madre no despertó, no quise despertarla ni preocuparla. Subí la escalera y oí un golpe fuerte en el suelo y subí rápido, empujé tu puerta, pero no encontré lo que esperaba. Estaba Dainan tirado en el suelo de espaldas y tú, igual de espaldas sobre su costado. Le grité a tu mamá lo más fuerte que pude y llegaron todos, me refiero a tus hermanos. Leya llamó al papá de Dainan y los trajimos acá. No sabíamos que les pasó, ni como Dainan llegó hasta tu pieza, porque que yo sepa nunca nos preguntaste ni avisaste que se quedaría.
"Heimdall estaba asustado y molesto a la vez con Dainan, asique no te sorprendas si no lo ves en unos días, porque Dainan no le avisó a su papá que estaría en nuestra casa.
–Lamento asustarte– digo– te prometo que no recuerdo nada.
–¡Obvio que no recuerdas! Te intentamos despertar, pero no respondías. ¿Qué fue lo que pasó?– pregunta. No sé qué decir, ¿Qué pasa si no pillaron la botella? Sería mejor no nombrarla ni nada, además parece que me contó todo y si hubiera pillado la botella no creo que olvidara señalarla.
–No lo sé, no tengo ni la más mínima idea... Yo... llamé a Dainan y le pedí que me acompañara porque tenía un poco de miedo, sentía que había algo en mi pieza– miento un poco– Le abrí la puerta abajo y subimos... pero nada más puedo recordar– digo. Sospecho que no me cree, quizá qué se imagina, pero lo bueno es que no me pregunta nada.
–Me podrías haber dicho que te acompañara. Ah, y no quiero que duermas más con la ventana abierta, sé que ahora la tenías cerrada, pero podría entrar cualquiera por allí y no tan sólo eso, si sigues así mismo te enfermarás muy pronto, el invierno de este año vendrá muy fuerte.
–Lo sé... ¿Qué dijeron los médicos?– pregunto.
–Nada, no saben qué les pasó, no entienden por qué cayeron en ese desmayo o lo que haya sido, lo único que nos dijeron es que estas de alta.
– ¿Quiere decir que me viniste a buscar?– pregunto.
–Sí, tus cosas están ahí– me dice señalándome un bolso sobre la silla– Apúrate, y pasamos a comprarnos unos pasteles. Asiento y me pongo en pie.
Me doy cuenta que ya no tengo el estúpido artefacto en el dedo, así que puedo dirigirme al baño sin preocuparme, hasta que...
"¡La escalera ha quedado puesta!" Dios, es verdad.
Me asomo por la puerta del baño y pregunto inocentemente:
– ¿Qué hora es?
–Seis y media.
–Gracias –entro al baño y me visto con calma. Mi madre despierta a las ocho así que alcanzo a llegar bien para esconder la escalera. Cuento con que nadie la haya visto.
Termino de vestirme y pienso en algo ¿Dónde está Dainan? Le pregunto a mi papá y me entristezco un poco al enterarme que el Sr. Breton lo vino a buscar un poco más temprano, al menos espero verlo mañana.
Primero pasamos a Tod'Fés y mi papá insistió en que compráramos el café más grande, que es de medio litro.
–Un irlandés y un mocachino –dijo. Al final terminó pidiendo de los grandes, por supuesto, el mocachino para mí.
En la pastelería tuvimos que esperar un rato en el auto, porque aún no abren.
– ¡Abrieron la pastelería! –le aviso al rato después.
Nos bajamos del auto y al entrar la señora que atendía nos hace un comentario por lo temprano que hemos ido a comprar. Adentro huele exquisito. Detrás de unas vitrinas semipolarizadas logro ver a dos jóvenes haciendo distintos tipos de manjares, tal vez ellas pueden comer de todo.
Mi papá fija su atención en unos hermosos pastelitos que tienen un glaseado de todos los colores, que se enrosca en espiral hacia arriba y está cubierto de pequeñas cositas blancas que parecen nieve. Compramos dos de esos para nosotros y cinco más para llevar a mi familia.
Mi papá estacionó el vehículo afuera de la casa. No quiero perder tiempo, porque debo ir como una bala hacia el patio de atrás a esconder la evidencia (la escalera). Pero resulta que mi padre comienza a darme una cátedra sobre el uso de drogas ilícitas, y que era muy joven para andar consumiendo cosas así. Le expliqué que no consumimos nada, pero allá el si no me cree, asentí con la cabeza y me bajé rápido para hacer lo que tenía planeado.
La escalera está húmeda y se me resbala un poco. La única idea que tengo es lanzarla al patio de Dainan. Antes de hacerlo hecho una mirada a su casa y como si mis deseos se cumplieran, Dainan aparece por su ventana. Me ha visto y desaparece rápido para estar en unos segundos frente a mí del otro lado de la reja.
– ¿Estás bien? –le pregunto pasándole la escalera.
–De salud sí, pero anímicamente no mucho. Me han castigado, lo siento –añade rápidamente, deja la escala en el suelo y apoya sus brazos en la cerca –No puedo seguir afuera, mi papá se asustó bastante con todo esto. Te veo el lunes –dice y me da un beso rápido en la mejilla antes de correr descalzo a su casa.
Su beso en la mejilla me deja un poco atónita, me doy media vuelta y entro al calor de mi hogar justo cuando mi mamá venía bajando las escaleras.
Le dije lo mismo que a mi papá y medio mentí diciendo que estaba cansada y quería dormir un poco más. En verdad tengo un poco de sueño, pero es más porque se me han ido las ganas de hablar cuando Dainan me dijo que nos veríamos el lunes y faltan dos días contando con éste. Pretendía que pudiéramos hablar más sobre esto que ha pasado.
Al subir a mi cuarto compruebo que la botella no está y no la encuentro por ningún lado. Por lo menos no queda evidencia para mis padres, aunque si tuviera la botella podría sentir que lo sucedido fue real.
El resto del día se torna aburrido sin Dainan. Intento llamar a Amalric (mi amigo y compañero), pero no contesta el teléfono. Si tan sólo pudiera ver su rostro moreno y su sonrisa radiante me cambiaría el día. Pienso en llamar a Victoria y pronto recuerdo que hoy saldría de la ciudad.
No me queda nada más que dejar que pase este sábado y domingo sin nadie ni nada que hacer.
Todo por haber seguido mi impulso de probar el contenido del frasco.
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El Portal a Silak
FantasyEn un mundo donde los secretos familiares y la magia se entrelazan, dos adolescentes, Aurora y Dainan, descubren que sus destinos están ligados a una misteriosa roca rosa, un objeto que alguna vez perteneció a un poderoso dragón. La tranquila vida...