-No quiero mentirte. Me reí mucho– me dice Dainan cuando nos reunimos después de la ceremonia– Te hubieras visto... –le lanzo una mirada seria– No te preocupes no se te vio nada –confirmó refiriéndose a mi falda y por supuesto, a la caída.
–No es eso lo que me preocupa, Dainan –digo. Estamos caminando a la sala de clases– Ignacio me odia.
–No dejaré que te haga algo –asegura– Puedo golpearlo –me río porque Ignacio es mucho más alto que él y se ve más fuerte– ¿No me crees?
–No lo sé, no quiero que te metas en problemas –digo y estoy a punto de abrir la puerta de la sala, pero Dainan me toma del brazo y me esconde junto con él en otro pasillo oscuro donde no había nadie.
–Aún no entremos, hay algo importante que necesito que veas– me dice y apoya sus manos en mis hombros– Mira –dice. Se acerca y tras agachar un poco la cabeza me siento un poco incómoda e intento correr mi rostro– Aurora, mira bien mis ojos ¿Qué ves? –pregunta y mantiene su mirada sobre mí casi sin pestañear. Intento concentrarme, su respiración se mezcla con la mía, él está muy cerca... Sus ojos, ve sus ojos.
–Veo tu iris y ... ¡Que demonios! -grito al ver que el verde pardo de sus ojos resplandece de forma hipnotizante, no había logrado darme cuenta por qué estaba tan cerca...– Nunca había visto que sus ojos brillen así en la oscuridad, es una locura.
Los ojos de Dainan resplandecen sutilmente, no es ese brillo de un farol o una lámpara encendida, es un mágico y leve destello.
–Tus ojos están igual que los míos, así que, puedo comprobarlo ahora, este cambio es parte de ese frasco.
-¡Los míos igual, dices! Pero ¿cómo no lo noté antes?
–No se ve a la luz, ahora solo porque está oscuro veo como resplandece el café de tus ojos.
-Café –digo triste– Son como una mierda resplandeciente y los tuyos como un hermoso bosque.
-¡Qué dices! el café es lindo, es como el chocolate pero resplandeciente. -dice y caminamos de vuelta a la sala- Sospecho que, aunque sea una locura, ese frasco contenía magia.
-No voy a negar que esto me hace considerarlo seriamente –respondo pensando en cómo podríamos averiguar qué está pasando– ¿Crees que hoy te dejen ir a mi casa? –pregunto de inmediato.
– ¿Me admitirás? –pregunta y me detengo para mirarlo a los ojos.
– ¿Cuándo no te he admitido en mi casa? –Me cruzo de brazos, Dainan ya sabe que la respuesta es "Nunca"– Ah, también debo mostrarte algo –le aviso tocándome sin querer la cabeza.
– ¿Qué? –Me abre la puerta y entramos al bullicioso salón, algo clásico en un día previo a las vacaciones.
–Anda a mi casa y te lo mostraré. Aquí no es seguro.
–Mejor anda tú a mí casa, dudo incluso que me den permiso de salir–toma asiento en su puesto (tres más atrás del mío que está en primera fila)– Así que, es tu turno – muevo mi dedo por su mesa aguardando una respuesta a mi favor.
–Vamos, Dainan –insisto, pero me reitera que es mi turno de ir y se mantiene firme en su postura, por lo tanto no me queda ninguna opción más que ceder.
Me fui a ubicar en mi puesto. Beatriz, mi amiga y compañera de puesto, no había venido y quedé sola. Pretendí pedirle a Dainan que me acompañara, pero estaba sentado con un compañero con el cual se lleva bastante bien. Al parecer ninguno de los que no tenían compañero de puesto era mi amigo como para pedirles que me acompañen.
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El Portal a Silak
FantasyEn un mundo donde los secretos familiares y la magia se entrelazan, dos adolescentes, Aurora y Dainan, descubren que sus destinos están ligados a una misteriosa roca rosa, un objeto que alguna vez perteneció a un poderoso dragón. La tranquila vida...