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Me desconcertaba el hecho que haya dejado de contarme su día. No es que le llegará a seguir nunca la plática, me gustaba llegar a escucharlo ya que era algo que mantenía mi mente ocupado, pero ese día no lo hizo.

—Crei que era algo molesto- Murmuró, asomándose a través de la cortina -Perdona si te he llegado a preocupar Musi.

No debería de haberme sorprendido si nunca pareci expresar que aquello me gustara, pero no creí que eso fuera algo importante para que el continuara en su plática.
Sus ojos azules buscaban molestia casi de forma desesperada en mi rostro, eso me generó... ¿Ternura? No podría describirlo como tal pero si, probablemente era eso.

Suspiré al tiempo que me deje caer de espaldas en mi colchón, esperaba que aquel chico volviera a "su lado" de la habitación, era lo normal ¿No?

Mi sorpresa fue que se sentó a mi lado, su mirada estaba dirigida al suelo mientras notaba como jugaba con sus manos, pareciendo nervioso.

¿Te agrado?- Pregunto al final, podía jurar que su voz en cualquier momento se quebraría.

—¿Quieres que sea sincero?- Respondí, su respuesta fue solo asentir con algo de duda aún sin mirarme a los ojos -Me agradas, tu presencia llega a darme tranquilidad y tus historias de lo que te paso en el día me generan... alegría.

Pude ver su rostro tomar un color rosado, aún sin dirigirme la mirada. Eso me hizo sonreír sin ningún esfuerzo, tal vez si, era tierno lo que me parecía.
Me senté a su lado mientras acaricie su cabello azul como los cielos, al sentir aquello me miró directamente, sería difícil describir lo que aquello me hizo sentir, sus ojos azules calaron mi alma mientras mostraba pequeñas gotas acumulándose en sus ojos. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda con ello al tiempo que sentí mis mejillas cosquillear, aquella sonrisa me fue arrebata con violencia.
Me abrazo, pareciendo impaciente por quedarse en mi pecho y sentir mis latidos.

Calidez, una calidez que no había sentido antes en mi pecho estaba presente, pude sentir aquello que solo los libros más empalagosos de romance habían dejado claro, podía sentir aquello como una visita al mismísimo cielo. Estaba tocando el cielo al abrazarlo con aquel cariño ahora alojado en mi pecho, un cariño que parecía haber sido depositado sin algún cuidado de lo que me ocasionaría. No sabía que se sentía así de bien querer a alguien, pero al final, era hermoso ese bello sentimiento.

—Gracias Flex...- Murmuré mientras dejaba un pequeño beso en su cabeza.

¿Gracias?- Su confusión me hizo sonreír y a la vez, sentirme algo avergonzado.

—Por hacerme sentir esto.

No quise decir más, ninguno de los dos quiso tomar la palabra después de ello. La verdad, tampoco hacía falta pues con nuestros latidos y el mismo silencio éramos capaz de tener esa paz tan agradable.

Una calma que no podría decir en unas cuantas palabras, una que iba muchísimo más que lo físico.

Nos hicimos muy unidos después de aquella tarde, podía sentirme bien después de eso ya que el no buscaba evitarme, se veía feliz de estar juntos después de todo.

Deje de solamente existir, ahora sí sentía que vivía y entendía el porque de las pláticas con los psicólogos, entendía que había gente que si se podía preocupar por uno sin necesidad de ser solo por las simples apariencias...

Algo así. Solo podía confiar en el en esos momentos, era la única persona que me lo había demostrado y por eso era a la única persona con la que intentaba hablar de cosas muy mías, cosas que solo para mí llegaban a tener un sentido e importancia.

Era molesto, creí que era molesto pero el nunca busco alejarme, a veces hacia todo lo contrario.

¿Cómo ha estado tu día?- Pregunto, su suave tono de voz me hizo salir de lo que pensaba. Realmente no era nada serio, solo que pensaba.

—Nada nuevo, los terapeutas creen que me serviría repasar mi vida entera para descubrir en qué parte deje de ser feliz.

¿Tu no ubicas el momento exacto?- Pregunto al tiempo que se sentaba a mi lado, con una sonrisa amable.

—No lo creo... Hay muchas cosas que lamentablemente no ubico...

Pude sentir como apoyaba su cabeza en mi hombro, al tiempo que su respiración se tornaba de nuevo en esa calma absoluta. Me daba paz.

—Entonces ¿Puedo contarte cuando comencé yo?

No dije más, solo asentí.

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—@raccoonzack tiene sueño.

El paciente de al lado || Flexkato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora