"Brisa, deja quieta esa pierna". Masculló Jimena, sin siquiera desviar la mirada hacia su hija.
Bri suspiró de alivio cuando la misa por fin terminó. Y no porque le desagradara asistir, en realidad, no era así. El problema eran las miradas que sentía detrás de ella, clavándose en su cuello como dardos acusadores.
Como todos los domingos, la castaña caminó detrás de sus padres lentamente, con la diferencia de que esta vez ninguna de las personas que normalmente se acercaban a ella la saludaron, sino que la miraron desde lejos con horror.
"Mira lo que nos ha hecho. Todos están hablando sobre nosotros, piensan que te hemos mal criado cuando en realidad eres tú la que arruinó todo. Todo esto es tu culpa." Su madre no paró de susurrar en el oído de su hija hasta que hubieron llegado a la acera, en donde la castaña se giró sin mediar palabra, comenzando a caminar hacia su casa.
Jimena dejólo pasar, observando con los ojos entrecerrados a su hija, que ahora caminaba tranquilamente.
Parecía como si todo lo que dijera llegara a oídos sordos. Brisa no discutía, gritaba o incluso daba signos de haberla escuchado. Ni siquiera lucía triste. Simplemente estaba.
Estaba en su habitación, estaba en la escuela, estaba sentada en la sala. Haciendo lo que solía hacer siempre, con la sutil diferencia de que toda su vida giraba en torno a un solo momento del día.
La noche.
Cuando por fin se alejaba de todos aquellos hipócritas y se encerraba en su habitación, esperando a la visita de su novia.
Angie no le había fallado ni una vez.
Bri nunca se lo había cruzado de día, en ningún lado, pero sin importar que día fuera, a las nueve y cuarto de la noche Angie siempre susurraba su nombre desde el patio, y Bri siempre bajaba a verlo, ahora con más precaución, y con Angie debajo, esperando a atraparla por si caía.
Pero Bri ya no soportó más todo eso.
No soportaba fingir, ni mentir, no soportaba estar lejos de Angie ni los reproches de todo el mundo.
Necesitaba rebelarse, hacer que todo el mundo viera quién era ella en realidad.
"¡Bri! ¡Bri, espérame!" Con un bufido, Brisa no se giró, pero sí caminó algo más despacio.
"¿Qué? ¿Ahora tu madre si te da permiso de hablarme?" Comentario sarcástico.
Kevin, el perfecto Kevin, la miró con el ceño fruncido.
"¿Por qué dices eso?" Oh, quizás Brisa no estaba tan lejos de la verdad...
"Me has estado ignorando todas estas cuatro semanas, Kevin. ¿Qué quieres?"
Kevin parecía culpable, y Brisa rodó los ojos.
"Siento el haberte ignorado, es que... Todos decían que tú ahora eras una de las..."
"¿Una de las...?" Brisa lo miró con una ceja alzada y los brazos cruzados, mientras esperaba una respuesta por parte del peli negro parada frente a su casa.
Kevin se pasó una mano por el cabello, nervioso.
"Una de las...Putas de Velasco." Logró escupir finalmente, y Brisa no dejó de mirarlo escéptica. "¡Debes entenderme, Bri! Decían todas esas cosas y yo... No lo sé, les creí."

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The Tattoo. | Brangie G!P Adaptación.
Hayran Kurgu- ¿Un tatuaje? - ¿Acaso estás loca, Domínguez? Espera, ya sé, Satán te ha poseído, no eres tú mismo en este momento, ¿Verdad? - ¿Sabes qué, Velasco? Vete a la mierda. Angie perdió su precioso trasero alejarse de ella. Brisa Domínguez nunca, pero nun...