2- Un rayo de luz

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A la mañana siguiente al despertar, lo primero que oyó Hanji fue a su madre que irrumpió en su habitación buscando algo desesperadamente entre las sábanas de su cama. Su mirada adormilada y de ojos enrojecidos de tantas lágrimas derramadas, se encontraron con los oscuros y vacíos ojos de la mujer que la trajo al mundo.

—¡¿Dónde está?! —gritó la mujer.

—¿Estar qué? —preguntó Hanji algo confundida.

—¿Será posible que ni siquiera han consumado el matrimonio?

Era cierto, ella había sido algo estúpida al olvidar algo importante asociado a la pérdida de la virginidad. Lo más probable es que su madre buscaba alguna mancha de sangre entre las sábanas, pero las finas y blancas telas se encontraban casi intactas.

—Debes permanecer alerta a tu ciclo menstrual, porque todos desean que pronto demos las buenas noticias de un primogénito... —comenzó a regañarla otra vez su madre.

Si tan sólo su madre supiera que el rey se había negado a tocarla aquella noche y abandonó sus aposentos apenas tuvo la oportunidad de hacerlo.

Esa mañana fue agitada para todos en general, aún había ambiente de celebración en el palacio y Erwin Smith se entretenía bebiendo desde temprano junto a algunos de sus súbditos, por lo que incluso a esas horas de la mañana existía bastante movimiento y ajetreo dentro del palacio.

Por otro lado, el sacerdote Jaeger no estaba de ánimos para las celebraciones, ni mucho menos a horas tan tempranas del día. Así que el sacerdote decidió marcharse hasta las lejanas colinas con intenciones de meditar en silencio y encontrarse consigo mismo.

Zeke no dejaba de pensar en esa conversación oída casualmente la madrugada anterior. Él no se consideraba una persona entrometida, pero algo le decía que existía algo muy oscuro en todo aquel asunto.

Tampoco podía acercarse con toda naturalidad hasta el rey y preguntarle con discreción.

No sería algo muy prudente de su parte.

La primavera había comenzado apenas hace un día atrás, coincidiendo el inicio del equinoccio con el matrimonio en un gesto simbólico y porque aquello significaba que el matrimonio estaría lleno de prosperidad, fertilidad y amor.

Zeke se recostó sobre el suave y verde prado, bajo la fresca sombra de un viejo y frondoso árbol mirando en dirección al despejado cielo mientras su cabello rubio se mecía al suave son del viento contra la hierba, y por último al cerrar los ojos se preguntó si sus días siempre serían igual de pacíficos que siempre.

Su vida siempre fue serena y algo monótona desde el inicio, él pasaba gran parte del día en oración y promoviendo las buenas acciones desde que se convirtió en sacerdote, pero había algo que no soportaba y que a la vez quebrantaba su paz interior.

Y eso era ser testigo de mentiras.

Porque él estaba seguro que ese matrimonio era una real farsa.

Tan farsa como esa vida que fue impuesta por sus padres, donde desde niño fue instruido por su abuelo en el conocimiento de las plantas medicinales y aquello le fascinaba de verdad.

Adoraba la primavera, porque cada año el reino se coloreaba de hermosos colores proveniente de las flores que adornaban los jardines.

Pero Zeke no deseaba convertirse en un sacerdote precisamente, sin embargo las cosas se dieron hasta ese punto y ya no había marcha atrás. Tal vez no era tan malo después de todo, ya que tenía ciertos beneficios que las personas comunes no tenían. Estar bajo la sombra de un árbol en una colina bajo el solemne amparo de la naturaleza, era una de esas cosas.

Luz en la oscuridad [Zevi / Historia completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora