8- Pecado

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Zeke despertó en medio de la madrugada de un gran sobresalto mientras su cuerpo sudaba y su corazón latía demasiado rápido. Aquel sueño fue tan real que Zeke momentos más tarde se percató que eyaculó en las sábanas mientras dormía.

El siempre tan amable sacerdote no pudo evitar maldecir en un susurro, aunque después de eso se disculpó por usar malas palabras y decidió levantarse para cambiar las sábanas por unas limpias.

Después de lavar sus sábanas a mano y de tenderlas afuera para que el agua escurriera, Zeke fue consciente que el calor alrededor de su bajo vientre seguía ahí latente.

Ya no le era posible seguir durmiendo, al menos no con tantos pensamientos intrusivos rondando su mente. En las horas posteriores, Zeke se marchó al bosque a recolectar algunas hierbas medicinales y también se dio un baño en las aguas del río. La luna aún se reflejaba sobre el agua cuando Zeke fue consciente que no era capaz de controlar aquel deseo que lo mantenía hirviendo de una indecorosa necesidad carnal.

Soñar con Levi no lo hacía sentir mejor, al contrario, Zeke se sentía bastante culpable por eso. Sin embargo sabía que no podía hacer nada para controlarlo.

Cuando Zeke regresó a su parroquia más tarde, algunos fieles feligreses ya esperaban por él. Zeke se preguntó por cuánto tiempo más sería capaz de sostener aquella farsa. Era feliz ayudando a los demás en la medida de lo posible, pero a la vez esa vida de celibato y oración sería su perdición.

Durante gran parte de la mañana la imagen de Levi venía a su mente en sus labores habituales y eso comenzaba a fastidiar a Zeke. El sacerdote no lograba concentrarse y tras una larga mañana trabajando en su parroquia, logró terminar con sus asuntos pendientes antes de emprender rumbo al palacio.

Zeke por momentos tuvo la vaga idea de que quizás no era prudente ir hasta aquel lugar, al menos no después de despertar de ese modo tan peculiar. No sabía cómo iba a mirar exactamente el rostro de Levi. De solo recordar en cómo despertó, nuevas llamaradas de calor le hicieron pensar que estaba enfermo.

Tras terminar con sus obligaciones diarias, mientras el sacerdote caminaba con cierto sigilo por los pasillos del palacio él pensaba sobre el futuro de sus visitas.

Siempre existía la posibilidad de que alguien los descubriera y quizás por prudencia a sus recientes y personales sentimientos, lo mejor para ambos era tal vez no verse con la misma frecuencia.

Cuando por fin Zeke llegó al escondido lugar entre la espesa vegetación de las paredes cubiertas de hiedra en el palacio, él tomó una bocanada de aire antes de hacer a un lado las frondosas ramas para encontrar la puerta oculta.

Por otro lado, Levi levantó el rostro al oír que la puerta se abría y una leve sonrisa se pudo apreciar al reconocer la silueta.

Ambos se miraron sin grandes comentarios al respecto, pero Levi pudo apreciar cierto recelo en Zeke quien mantuvo su distancia en comparación de otras ocasiones donde lo primero que preguntaba era si se encontraba bien o si tenía nuevas heridas que curar. A simple vista pareciera que el sacerdote quería evitar acercarse demasiado.

—¿Te sientes bien, sacerdote? —preguntó Levi entonces.

—Me siento un poco enfermo. Nada de lo que debas preocuparte. ¿Qué escribes, Levi? —Zeke fijó su atención en el montón de papeles sobre la pequeña mesa iluminada por la débil luz de la mecha de su pequeña lámpara.

Levi se apresuró en ocultar lo que acababa de escribir, pero no estaba seguro si Zeke alcanzó a leerlo por completo.

—Tonterías —replicó Levi un poco avergonzado, lo cual parecía algo inusual en él.

Luz en la oscuridad [Zevi / Historia completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora