10- Sentencia

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Zeke tenía claro que el tiempo se agotaba y entonces durante la fría y húmeda madrugada se internó en las verdes colinas en el corazón del bosque buscando algunas raras hierbas medicinales difíciles de conseguir. Tras un par de días durmiendo a la intemperie bajo la lluvia torrencial y sorteando otras incomodidades, Zeke regresó a la aldea temiendo que fuera demasiado tarde.

Como ya era costumbre, la puerta oculta se abrió una vez más a la mañana siguiente y entonces el sacerdote se quedó de pie sintiendo un gélido estremecimiento, frunciendo el rostro en una mueca dolorosa al ver las lamentables heridas frescas en diversas partes del cuerpo y rostro del prisionero.

Zeke dejó caer las cosas que traía con él y se acercó hasta Levi. Con sus manos temblando de ira inspeccionó más detenidamente cada parte de su piel lastimada y Levi no hizo otra cosa más que evitar su mirada sintiéndose avergonzado de ser encontrado en ese estado.

Al sacerdote se le oprimió el pecho de ira contenida y sus dientes chocaron casi con dolor dentro de su mandíbula, conteniendo los impulsos de asesinar a ese hombre que no parecía satisfecho con arruinar de tal modo la vida de una persona inocente.

Zeke era consciente que prolongar la estadía de Levi en ese lugar no era algo bueno para ninguno de los dos y tal vez eso solo apresuraba las cosas.

Esa mañana los besos llegaron más tarde que de costumbre. El sacerdote se las ingenió para limpiar y desinfectar las heridas del hombre prisionero, que gruñía de vez en cuando quejándose por el intenso dolor.

Un ensordecedor sonido producto de la tormenta eléctrica les hizo sobresaltar a ambos, dejando caer sobre la aldea un aguacero de aquellos. Haciendo que Levi buscase refugio en los brazos del sacerdote, escondiendo su rostro entre las cálidas ropas de ese hombre que lo miraba compasivo.

El cielo matutino se tornó de un oscuro gris que era iluminado constantemente por los truenos de la tormenta haciendo sobresaltar a los amantes.

Sus cuerpos se encontraron una vez más, pero esta vez solo con suaves caricias y besos tímidos. Siendo capaces de descubrir la belleza incluso en medio de la tormenta, rindiéndose al dolor de sus corazones y relajándose entre los brazos del otro, cerrando los ojos y disfrutando silenciosamente de esa cálida cercanía.

—Gracias por regresar, sacerdote —susurró Levi en completa calma.

Levi sonrió antes de unir sus labios con los de Zeke, sonriendo con dulzura para aferrarse a su cuello, dejando caer su rostro sobre el pecho del sacerdote, disfrutando de las delicadas caricias de Zeke en sus cabellos, en su rostro, recorriendo con la yema de sus dedos su masculina silueta.

—Lo siento por no llegar a tiempo —respondió el sacerdote siendo incapaz de preguntar lo ocurrido, porque estaba seguro que no era algo muy agradable de oír.

—Pensé por un momento que no volvería a verte.

Zeke sentía que había algo atorado en su garganta, pero la sensación de negatividad era impresionante. Entre lágrimas le extendió una pequeña botella de vidrio con un líquido extraño en su interior. Levi la sostuvo entre sus dedos sabiendo que tal vez si fallaban en su escape y eran separados, la muerte era un consuelo.

—Gracias por todo, sacerdote— Levi destapó la botella.

—Estaremos bien—respondió Zeke imitándolo para iniciar una cuenta regresiva antes de beber todo el contenido al mismo tiempo.

Un nuevo trueno les hizo sobresaltarse y de pronto una ráfaga de aire frío les impactó el rostro. Zeke se paralizó y remeció a Levi para que abriera los ojos. El sacerdote se incorporó al ver la puerta de la habitación abierta y frente a ellos se encontraba el rey que se abalanzó sobre ellos y cogió al sacerdote del cuello hundiendo sus garras en él hasta quitarle el aliento.

Luz en la oscuridad [Zevi / Historia completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora