11- Oportunidad [Epílogo]

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Los aldeanos abuchearon en dirección a los hombres sentenciados, lanzando contra ellos algunas piedras y gritando ofensivas palabras para referirse a ellos.

La reina se estremeció por algunos instantes, Hanji sentía que sus intentos por calmar a los demás no estaban funcionando como ella quería.

—Avancemos con las pruebas —sugirió uno de los hombres de la corte.

—¡No hay nada que probar! ¡Los descubrí con mis propios ojos realizando sus indecencias! —tronó Erwin con ímpetu —¡Ordeno que sean ejecutados de inmediato!

—¡No! —vociferó Levi, con las pocas fuerzas que aún le quedaban. Levantando la vista y fulminando con su mirada salvaje al rey.

—¿Te atreves a desafiarme?— preguntó el rey, sonriendo con burla.

—¡Diles lo que has estado haciendo tú con Levi a escondidas durante todos estos años! ¡Cuéntales lo que hay en la puerta oculta detrás de las paredes del jardín!— bramó Zeke, sacudiendo las pesadas cadenas de acero con desesperación.

La multitud ahogó un grito en común cuando el rey desenfundó su propia espada, haciendo resonar la fina cuchilla de acero que brilló en medio de la lluvia.

Incluso con esa pequeña advertencia, Zeke prosiguió hablando con valentía, no importando si su vida estaba en riesgo o si en el peor de los casos llegase a morir. Pero al menos no lo haría sin revelar la verdad.

—Quizás cometí un gran pecado al amar. Sí, al amar perdidamente a este hombre a mi lado. Pero mis pecados no son peores que los tuyos Erwin Smith. ¡Mantuviste en cautiverio a este hombre en secreto hasta ahora! ¡Si no fuese por mí, Levi seguiría tras las paredes de tu palacio! ¡Tú matrimonio es un maldito fraude para heredar las tierras de la familia Zoe!

Un tenso sonido desvió la atención de todos los presentes. La arquera del palacio olvidando por completo su posición social, dio un paso al frente.

Yelena apuntó la flecha con el arco en dirección al rey que alguna vez fue entregada a ella con honores por ese mismo hombre.

Uno a uno, los demás levantaron sus espadas con decepción de servir a un hombre de tales características ante la inminente traición, pero pronto todo se volvió una batalla sangrienta. Los más cobardes huyeron y sólo los valientes se quedaron para ser partícipe de la rebelión contra el rey.

Momentos después, las espadas de los presentes chocaron de manera ruidosa y amenazante con gran destreza ante aquella revelación.

Yelena esquivó en numerosas ocasiones las filosas hojas de las espadas de sus adversarios para defender a Hanji y a esos hombres, lanzando sus flechas con certera puntería.

Mantener a Yelena ocupada, fue la oportunidad que utilizó el rey a su favor atacando con la emboscada final.

Un grito agudo se oyó en medio de la batalla y la reina cayó con una sangrante herida que en cosa de segundos bañó de rojo las telas de su vestido.

Yelena se quedó ahí, sin aliento, sin poder hacer nada para impedir que la reina se interpusiera entre los prisioneros y la espada. Viendo de forma dolorosa como Hanji dejaba caer algunas lágrimas, escondiendo su rostro entre sus brazos, susurrando algunas palabras entrecortadas que resultaban dolorosas de oír. Yelena se quedó fría contemplando cómo las finas telas de ese vestido se manchaban de un lamentoso rojo carmesí mientras la estrechó contra su cuerpo con angustia reprimida, sintiendo por última vez la calidez de su luminosa piel, la fragancia de su largo y sedoso cabello, la dulzura intrépida proyectada en sus marrones ojos.

Luz en la oscuridad [Zevi / Historia completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora