- ¿Duele? - preguntó el ángel apuntando la mejilla del niño, la cual estaba hinchada y roja.
- No, no duele - menciono sonriendo amablemente - ...ya estoy acostumbrado - susurró bajando la cabeza a la par que le daba un mordisco a su sándwich - Ahora vengo - exclamó bajándose de la silla para caminar hacia uno de los cuartos, lo cual Lukyan recordó; era el baño.
. . .
Los minutos pasaban y Hugo seguía sin volver, así que la criatura sin poder esperar más se dirigió hacia el baño y abrió la puerta lentamente, encontrándose con el pequeño intentando poner algunos parches y vendajes.
- Ah, lo siento Lukyan ¿tarde mucho? - cuestionó con varias tiritas desperdiciadamente pegadas en sus dedos - Espera un poco más, ya casi terminó - agregó levantando su remera, dejando a la vista un enorme moretón en sus costillas y espalda - ¡Auch! - se quejo cuando sus dedos tocaron sus heridas, lo cual alertó al ángel.
Era la primera vez que veía acciones tan violencia, heridas, o incluso sangre, así que todo aquello era nuevo para él, y aunque quería ayudar, no sabia como, y Hugo se percató de eso.
- Tranquilo Luky. No te preocupes. Siempre hago esto solo - mencionó pasando el vendaje por alrededor de su cuerpo, tapando los moratones que su madre le había dejado.
Lukyan solo veía como la sonriente expresión del menor cambiaba a una diferente, haciendo que se sintiera más agobiado, y no entendía la razón. Todas aquellas emociones y sentimientos eran nuevos para él, y todas eran provocadas por aquel pequeño niño indefenso, y aunque deseaba poder ayudarlo, lo tenía prohibido, pero al observar como los ojos de Hugo comenzaban a cristalizarse, no resistió más y apartó las manos del niño para luego acercar su boca y dejar un pequeño beso en la herida, lo que causó que estas desaparecieran como si nada.
- ...¿Qué?... ¡¿Qué fue eso!? - preguntó sorprendido observando que los moratones ya no estaban - ¡¿Tienes poderes?! - quedo fascinado por lo que acababa de presenciar - ¿Qué más puedes hacer? - interrogó - Dime, dime, por favor - saltaba emocionado mientras agarraba las manos del ángel y suplicaba para que le mostrara más.
- No... puedo - confesó bajando la cabeza, a lo que Ruiz comprendió.
- Es porque es un secreto ¿verdad? - exclamó mirando fijamente al contrario, quien asintió de forma tímida - Está bien, no importa. No le diré a nadie - confesó - Sera nuestro secretito - añadió haciendo un gesto de silencio mientras sonreía de par en par contento como a Lukyan le gustaba verlo.
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Catarsis
RandomHugo, de solo 8 años, siempre subía la gran colina que había detrás de su casa solo para soltar un globo como obsequio al cielo, con el pensamiento de que éste algún día llegará a las manos de su difunta abuelita, pero quién realmente los recibía er...