capítulo O1

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•••España•••
"Unha"

Un nuevo día comenzaba y el pequeño Hugo salía de su casa con su lindo y brillante globo -esta vez- color rojo sujeto a un delgado cordel, a la vez que corría cuesta arriba hasta la punta de aquella verde colina.

Feliz de haber llegado, sonrió ampliamente y mirando al cielo, cerró sus ojitos para luego decir; — Hoy te traje otro yaya, espero te guste — aclamo soltando el globo y observando como esté flotaba lejos de su alcance.

— ¡¡Hugo Ruiz!! — se escuchó la feroz voz de su madre. Otra vez estaba enojada, así que el pequeño sobresaltado corrió hacia su casa y abrió la puerta trasera haciéndose notar.

— ¿Qué-Qué pasa mami? — preguntó juntando sus manitas y apretándolas con fuerza cuando vio como la mayor se acercaba furiosa.

— ¡¿Dónde estabas, eh?! ¡Sabes cuánto tiempo llevo buscándote! — cuestionó entre dientes mientras agarraba el cabello del niño y lo arrastraba hacia la sala principal.

— Lo-Lo siento... y-yo estaba... Dándole u-un regalo a la-la abuela — respondió a la vez que temblaba del miedo.

— ¡¡No me importa!! ¡¡No vuelvas a salir a menos que yo lo pida ¿entendiste?!! — gritó e inmediatamente soltó una bofetada a la mejilla de su hijo, quien cayó bruscamente al suelo.

— S-S-Si... ma-mami — contestó sobando su rostro.

— Ahora prepárate, irás a la escuela — ordenó apuntando su cuarto para luego buscar entre sus cosas un paquete de cigarrillos.

— N-No quiero, e-ellos-

— Te dije que fueras a prepararte — exclamó agarrando -esta vez- el cuello del menor, obligandolo a levantarse — ¿Acaso no soy clara? ¿O es que no entiendes a menos que te golpee? — amenazó mirando como el menor comenzaba a asfixiarse y a mover sus piernitas desesperado en el aire, ya que la mayor lo tenía colgando.

Hugo, por su parte, llevó sus manos hacia las de su madre cuando vio como su vista comenzaba a ponerse negra, mientras que lágrimas caían de sus ojos. Pero cuando estuvo a punto de desmayarse, la contrario lo soltó, causando que el menor golpeara su espalda contra el suelo.

— Ahora ve rápido y arréglate — ordenó con un tono neutro — Y no vengas a llorar enfrente de mí — añadió para luego dirigirse hacia otra parte de la casa, dejando al pequeño tosiendo descontroladamente.

— ... Per... Perdón... mami — alcanzó a decir Hugo pasando la manga de su suéter por sus lágrimas y limpiando estas con total rapidez.

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