capítulo 1O

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— Esta película me gusta mucho — confesó Hugo sentado en el descuidado sofá mientras tenia su cabeza recargada en el regazo del ángel, quien permanecía quieto, ya que no quería que el menor se apartara porque pensaba que lo estaba poniendo incomodo — ¿Habías visto alguna película antes? — preguntó levantó su mirada para observar al contrario, quien fijó sus ojos en él y negó con la cabeza — ¿En serio? ¿Ninguna? — interrogó sorprendido, abriendo sus ojos asombrado — De donde vienes ¿no hay televisión? — le cuestionó intentando sacarle un poco de información, a lo que Luckyan volvió a negar — ¿Y qué hacen para divertirse? — interpelo incorporándose para prestarle toda su atención al mayor, al cual le venían miles de recuerdos, pero quería mantenerlo guardados, así que dijo lo primero que se le vino a la cabeza.

— Escondidas — mencionó sutilmente casi como un susurro, a lo que Ruiz quedó maravillado, produciendo que en su pequeña mente llegará una idea.

— ¡Entonces juguemos! — propusó agarrando las manos del ángel para que se levantara del sillón y se animara a jugar con él, pero el ser celestial dudaba en hacerlo — Por favor, solo una vez — persuadió cambiando su expresión a una suplicante.

— Es hora de dormir — le aviso Lukyan, provocando que el menor volteara a ver el reloj de la pared, sintiéndose triste — Luego — agregó el pelinegro regalandole una sonrisa amable, logrando que Hugo sonriera igual.

— ¿Lo prometes? — cuestionó desconfiado, ya que había tenido muchas promesas antes y ninguna resultaba bien, dado que todas eran mentiras, pero el celestial afirmó a su juramento asintiendo con la cabeza — ¿Por el meñique? — insistió levantando su dedo pequeño para mostrarselo al contrario.

— Por el meñique — reafirmó el ángel inclinándose un poco para luego levantar al niño y llevarlo en brazos hacia su habitación, y cuando llegando a esta, el mayor depósito al infante en la cama para luego cubrirlo con las sábanas y peinar su flequillo, el cual molestaba la vista del niño.

— Eres muy bueno conmigo Luky — confesó Hugo encantado por como lo estaban tratando, con el cariño que tanto había anhelado obtener — Por favor no te vayas nunca — susurró en un tono algo triste, a la vez que estiraba su mano y sujetaba la del ángel, y al momento en que el pequeño Ruiz cayera dormido, el mayor deposito un beso en su frente y esperó a su lado hasta que el muchacho quedará completamente inconsciente por el sueño.

— Buenas noches... amo.

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