𝐸𝑠𝑐𝑜𝑛𝑑𝑖𝑑𝑎𝑠 𝑒𝑛 𝑃𝑟𝑖𝑚𝑎𝑣𝑒𝑟𝑎.

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—Hola, mi nombre es Rusia

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—Hola, mi nombre es Rusia.

—Hola... mi... nombre... Es... Rusia.

—¡Muy bien! , trata de no hacer tantas pausas y deja de remarcar tanto la "r".

Debido a nuestro aburrimiento comenzamos a intentar mejorar el español de Rusia.

Aunque él no cooperaba mucho.

——Esto ser estúpido, si tu entender lo que yo querer decir, no ver razón por la que yo tener que mejorar español.

El ruso se cruzó de brazos frustrado, llevábamos veinte minutos y ya se había fastidiado.

Aunque creo que en parte yo tengo la culpa, pues le seguí insistiendo, llevándolo al borde de su paciencia.

—Ay vamos, tomalo como un reto personal, podrías ser mejor. —Dije recostandome en la cama de mejor manera.

Nos hallabamos en su cama, yo acostado mientras él estaba sentado frente a mi en forma de flor de loto.

—Ser absurdo, tú ser única persona con la que yo querer hablar, no haber razón para aprender.

Rodó los ojos serio recargando su mejilla en la palma de su mano, al tiempo que su codo se posaba en rodilla.

—¿Cómo lo sabes? Tal vez algún día encuentres a otra persona a la cual salvar. —Inqueri sonriendo con melancolía.

Por alguna razón un vuelco llego a mi corazón ante esa idea.

Y no quería que eso pasará.

—¿Creer qué yo ir por bosque rescatando a cada persona que encontrar? De ser así esto parecer un orfanato. —Contesto frunciendo el ceño.

Reí ante ese pensamiento.

No me imaginaba a Rusia y su mal humor cuidando de demasiada gente.

—¿Hoy no doler herida? —Cuestionó mirando mi abdomen.

Imite su acción, toque la zona con poca fuerza; negué retirando mis manos.

—Tener suerte, yo creer que tu morir.

Inquirio riendo, fruncí el ceño.

—Que optimista. —Dije a entredientes.

—Es que, con cuerpo tan pequeño y delgado yo no dar ni un día por ti —Comentó riendo. —. Pero mirar, no te ver tan mal.

   Rodé los ojos con fastidio, no podía tener un solo día de calma con este tipo.

   Lo admito, cuando quiere puede ser un chico amigable y entretenido, sin embargo, también es un cascarrabias amargado con personalidad burlona.

—Ay que seguir. —Continúe enderezandome un poco.

Él soltó un bufido aburrido.

—Eso ser aburrido. Si tanto querer hablar idiomas, ¿Por qué tú no aprender ruso y dejar de molestarme?

𝐸𝑙 𝑐ℎ𝑖𝑐𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑐𝑎𝑝𝑢𝑐ℎ𝑎 𝑦 𝑒𝑙 𝑙𝑜𝑏𝑜 𝑓𝑒𝑟𝑜́𝑧.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora