[💐]Eijiro y Denki eran una joven pareja de casados, mas sin embargo, el joven Kirishima al pasar tanto tiempo en su trabajo no muestra afecto a su amado, quien se siente triste, pero un día recibe veinticinco flores de un admirador anónimo, ¿Podrá...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Nuevo Lunes, hoy comenzaba a trabajar de veterinario. Y es que estuvo ausente durante un tiempo, como no, si estar encerrado en casa da mucho qué decir de tu persona. Se iba a reportar como que simplemente no se encontraba bien mentalmente, total, no es como si fueran a decirle algo, además de las enfermeras.
Aunque de su cama se levantó en soledad eso no lo iba a detener, se colocó su traje, con bata y todo. Impecable y buen planchado, fino como él. Fue a la cocina para ver si su esposo había comido unos Onigiris que hizo ayer, pero no, seguían ahí, intactos y sin ser comidos.
Suspiro pesadamente y los tomo, se los comería en el trabajo, porque si él no los comía, quien era su marido jamás lo haría, por lo que los puso en un recipiente azul recién lavado, luego los guardo en su mochila, pues solía llevar ahí sus implementos y su almuerzo.
Ya todo listo, salió de su casa para ir a la clínica, en donde tendría seguramente a su mejor amiga Kyoka Jirou en recepción, ella era como su recepcionista, aunque era una enfermera. Paso por la parte de la parada de autobús, pues no tenía auto, o por lo menos no él, porque su esposo sí tenía. Claro que él no tenía tiempo para llevar a su ''rayito'' a su trabajo.
[...]
Estar sentado en su sala de médico era algo aburrido, normalmente solía venir mucha gente, pero al parecer hoy Lunes no habría ni un alma en pena. Ni siquiera el diablo paseándose por ahí.
Estaba sumergido en sus pensamientos, bastante pensativo, hasta que llego un cliente, gracias a quien sea que lo ha escuchado, porque la verdad estaba aburrido.
Era una clienta que necesitaba ponerle las vacunas a su gatita, una de color blanco con negro muy bella para ser exactos. Tenía los ojos verdes y era de raza única, según la dueña su nombre era Adelaida, un nombre muy peculiar la verdad.
Ayudó a la clienta y ella pagó, luego vinieron más personas, algunos con perros, y gatos, hámsters, conejos, tortugas y hasta alguien llegó con un hurón, para la gente normal sería una locura, pero él al ser un especialista en la salud de los animales es bastante normal, ¡Ha llegado a ver hasta ornitorrincos!, una vez hasta llegó alguien con un lobo herido.
El trabajo de veterinario no era fácil.
[...]
6:37p.m. y era la hora de salida, por lo que estaba arreglando sus cosas, ya se había comido los Onigiris y le había compartido a su amiga Kyoka Jirou, hablando de ella, la muchacha estaba entrando a su sala.
—Denki, te llegó un encargo—Dijo la pelimorada asomando su cabeza un poco.
—¿Qué encargo?, ¿De parte de quién?—Preguntó curioso el joven de veinticuatro.
