Volver a su antiguo club fue lo mejor que lo pudo pasar a Pedri, pero toparse con su enemigo de la infancia "Gavi" no estaba en ninguno de sus planes y mucho menos enamorarse de el...
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Las vacaciones habían terminado, empezaba una nuevo curso para los canteranos de la Masia. Montones de niños de distintas edades caminaban por el edificio con sus maletas en mano, saludando a sus amigos, preguntado por sus habitaciones, buscando a sus compañeros para compartir esta y otros despidiendo a sus padres.
Su vista se paseaba de un niño a otro, había de todo tipo, unos muy pequeños, otros muy grandes, algunos delgados como fideos y otros que parecían el mismísimo Spider-Man vistiendo su ropa de entreno, "ojalá algún día pueda ser como ellos"... Se miro a si mismo, llevaba una camisa naranja con el escudo del Fc Barcelona firmada por un jugador que había visitado la Peña de sus abuelos, un par de pantalones anchos color caqui y unas sandalias. De inmediato sus mejillas se empezaron a colorar de la vergüenza que por primera vez en su vida agradecía que la maleta fuese más grande que el para poder esconderse de todos esos jóvenes.
No era su primera vez ahí, llevaba ya 2 años desde que había tenido la suerte de ser fichado por el Barça para el Alevín A con una beca del 80%, ya que según el entrenador que lo descubrió, tenía mucho talento y podía llegar a ser un gran jugador en un futuro con mucho esfuerzo, y no podía sentirse más agradecido, pero eso no le quitaba los nervios y el miedo de iniciar otra temporada. Siempre que llegaba había un montón de caras nuevas que nunca se sabía que había detrás de ellas hasta el final de curso, tal vez un amigo más, un compañero o un rival, otro más con quien pelear para tener un puesto en las diferentes categorías, porque así es el fútbol, hay que luchar contra otros para pasar de nivel.
Aquel lugar parecía no tener fin, había un montón de puertas iguales con distintos nombres y muchos niños cambiando estos letreros por otros. Ignorando todo ese alboroto siguió por otro pasillo, pero todos estaban iguales, la única diferencia era que los niños cada vez eran más pequeños.
Encontrando el letrero de su categoría "Infantil B" señalando otro pasillo un poco más colorido, comenzó a buscar su nombre en las puertas "Pedro González" dando por fin en su habitación, pero en ese mismo letrero ponía otro nombre "Eric García". Eso era algo que no le gustaba para nada, tener que compartir habitación y peor aún cuando era alguien que no conocía. Esos 2 años que llevaba ahí había compartido cuarto con otro chico que se hizo su amigo en cuanto llego a la Masía, lamentablemente sus padres tuvieron que sacarlo porque no tenían el suficiente recurso para seguir pagando.
Antes de poder entrar, unos gritos llamaron toda su atención: "¡¿que haces?!, esa es mi habitación, ¡déjalo donde está..!". Del otro lado del pasillo unos niños peleaban jalando la hoja que al parecer llevaba el nombre de unos de ellos.
—¡Dámela!
—Tu no vas aquí, allá está tu nombre —el que parecía ser mayor señalo una puerta aun tratando de quitarle la hoja.
