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El sol se asomaba por el este iluminando cada rincón de la ciudad de Barcelona, la gente ya se paseaba por las calles para iniciar el día, la mayoría madrugaba, incluso los niños de la Masía ya se habían levantado, todos excepto uno.

Un chico que apenas y podía abrir los ojos de lo hinchados y pesados que estaban, no había logrado conciliar el sueño y ahora veía las consecuencias.

A su lado su celular llevaba mucho rato sonando, era la estruendosa alarma de todos los días que aún no era capaz de apagar porque la pereza lo dominaba.

La verdad es que ya llevaba un buen rato despierto, solo esperaba que ocurriera un milagro para no tener que asistir al entrenamiento, para no tener que salir de su habitación porque afuera era el infierno o al menos para Pedri si.

Con la poca energía que tenía se estiró para tomar el teléfono y apagar de una buena vez la alarma. Eran las 8:45, demasiado tarde, se suponía debía estar desayunando antes de la 8:30 am, pero bueno, hace tiempo que le cuesta seguir la rutina que había adaptado, desde ese "incidente" que le roba el sueño siente que no puede volver a la normalidad, que nunca lo hará, que se quedará estancado porque no es capaz de olvidar.

"No te aferres a algo que te hace daño solo porque a veces te hace feliz".

Esa tonta frase que vio en algún lado siempre hacía eco en su cabeza, cada mañana que se veía en la misma situación de ahora aparecía en su mente para "motivarle" pero la verdad es que se confundía aun más.

Ya duda si en algún momento fue feliz con Pablo, si a eso se le puede llamar felicidad, a las mentiras y a la manipulación.

Aunque tampoco quiere hacer responsable de su sufrimiento a Gavi, tiene la culpa pero la tiene aun más el por permitirle entrar a su vida cuando sabía que estaba en un mal momento y cualquier muestra de cariño la podía interpretar de otra manera. Pero es que le fue tan fácil encontrar refugio en el menor, parecía que de verdad quería ser su amigo, que había cambiado, que le correspondía porque lo hacía con tanta naturalidad que a Pedri ni por un mísero segundo se le pasó por la cabeza que todo fuera una farsa, una vil y cruel mentira.

Pedri odia las mentiras, para el son maldad y crueldad, pero sabe que a veces son necesarias, como ahora; tuvo que mentirle a la psicóloga, al entrenador del B y a Fermín para poder recuperar su habitación porque respirar el mismo aire que el sevillano le sería difícil.

Luego de inventarse que estaba enfermo y que no quería contagiar a Pablo porque sabía que era vital para el Barça Athletic y que lo mejor era guardar su distancia pudo recuperar su habitación. La psicóloga no cayó fácilmente, ella cuestionó, pero el mister y Fermín que no se enteraba de nada se lo creyeron todo.

Ahora esta ahí de nuevo en esa habitación triste y sola, sintiéndose culpable, sintiendo que no es correcto dormir ahí y dudando si debería levantarse y asistir a su sesión de recuperación.

"Aquí te espero Pepi".

El mensaje de Leia volvió a iluminar su pantalla; debía ir, no podía dejarla plantada de nuevo, ella había hecho un esfuerzo para acomodar su horario al del canario y que así se sintiera más motivado, y aunque al principio había funcionado ahora no le veía mucho sentido seguir así, quizá debía desprenderse de la chica.

"Voy en camino".

Pero antes de dirigirse donde ella tenía algo que hacer, y es que tenía el presentimiento que debió hacerlo mucho antes pero su miedo a ser juzgado no le dejaba. Así que, cerro whatsapp y entró al teléfono, buscó un contacto con el que no solía hablar por llamada pero ahora lo veía necesario. —¿Bueno?

Always hate me Donde viven las historias. Descúbrelo ahora